«Defiende tu país: Alístate ahora en el Ejército de los Estados Unidos» cartel de reclutamiento.

Corbis

«Compra bonos de guerra.»

Corbis

«Y recuerda que la USO es una gran parte del Fondo Nacional de Guerra y de su Campaña Comunitaria Unida.»

Corbis

«Pasa la munición: Produzca para su Armada: La victoria empieza en casa»

Corbis

Póster «¡Podemos hacerlo!» con la icónica Rosie la Remachadora.

Corbis

«Las mujeres en la guerra: no podemos ganar sin ellas.»

Corbis

«Estoy orgullosa… mi marido quiere que haga mi parte. Ver su Servicio de Empleo de los Estados Unidos: War Manpower Commission.»

Corbis

«Únete a la Cruz Roja Americana.»

Corbis

«Sé un marine: Libera a un marine para que luche.»

Corbis

«Tu jardín de la victoria cuenta más que nunca.»

Corbis

«Can All You Can: ¡Es un verdadero trabajo de guerra!»

Corbis

«¡Hola! ¡Hi Ho! ¡Vamos al trabajo! Ayuda a ganar la guerra: aprieta uno más.»

Hulton Archive/Getty Images

«Los labios sueltos pueden hundir los barcos.»

Corbis

«¡Alguien habló!»

K.J. Historical/Corbis/Getty Images

«Ni lo intentes, puede ser una espía.»

Archivo Bettmann/Getty Images

«¡Cuando vas solo, vas con Hitler! Únete a un club de coches compartidos hoy mismo!»

Archivo Hulton/Getty Images

Hitler representado como «Maneater.»

The LIFE Picture Collection/Getty Images

«Tokio Kid Says: ¡Mucho despilfarro de materiales hacen a So-o-o-o feliz! Thank You.»

Galerie Bilderwelt/Getty Images

Cuando Gran Bretaña y Francia entraron en guerra con Alemania en 1939, los estadounidenses estaban divididos sobre si unirse al esfuerzo bélico. No sería hasta los ataques sorpresa a Pearl Harbor en diciembre de 1941 que Estados Unidos se vería empujado a la Segunda Guerra Mundial. Una vez que las tropas estadounidenses fueron enviadas al frente, cientos de artistas se pusieron a trabajar en la creación de carteles que reunieran apoyo en el frente interno.

Se invitó a los ciudadanos a comprar bonos de guerra y a aceptar trabajos en fábricas para apoyar las necesidades de producción del ejército. A medida que los hombres eran enviados a los campos de batalla, se pedía a las mujeres que se dedicaran a trabajar como remachadoras, soldadoras y electricistas.

Con el fin de preservar los recursos para el esfuerzo de guerra, los carteles promovían el uso compartido del coche para ahorrar gasolina, advertían sobre el desperdicio de alimentos e instaban a la gente a recoger chatarra para reciclarla en materiales militares. En la primavera de 1942, se pusieron en marcha programas de racionamiento que establecían límites a las compras cotidianas.

Aunque muchos carteles promovían mensajes patrióticos positivos, algunos recurrían al miedo para recabar apoyo para el bando aliado y advertían del peligro de filtrar información a los espías. «Los labios sueltos hunden los barcos» se convirtió en un famoso dicho. Mientras tanto, las imágenes gráficas mostraban a un Adolfo Hitler sediento de sangre e imágenes racistas de japoneses con rasgos siniestros y exagerados.

Hoy en día, los carteles ofrecen una visión del clima de la nación durante la Segunda Guerra Mundial y de cómo se utilizó la propaganda para unir el frente doméstico con el frente de batalla.

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