Deborah Sampson (1760-1827) fue la primera mujer en servir en el Ejército de Estados Unidos. A una edad temprana, vivió en varias casas como sirvienta contratada. A los 18 años, se disfrazó de hombre y se alistó en el Ejército Continental como «Robert Shirtliff». Su primer destino fue una compañía de infantería ligera, y luego una partida de exploración más peligrosa. Sampson experimentó múltiples enfrentamientos con las fuerzas británicas, participó en el asedio de Yorktown, experimentó la primitiva guerra de trincheras y resultó herida en múltiples ocasiones. En una ocasión, se sacó una bala de mosquete de su propia pierna para que no se descubriera su identidad. Debido a la tosca cirugía que se hizo a sí misma, Sampson sufrió lesiones permanentes. En 1783 cayó enferma y se descubrió su verdadera historia. Durante años, Sampson solicitó al Congreso y a la Legislatura del Estado de Massachusetts su pensión y su paga, que le habían sido retenidas por su género y su condición de «soldado inválido». También recorrió los Estados Unidos hablando de sus experiencias militares. En 1816, el Congreso aprobó por fin el pago retroactivo de Sampson, reconociendo su servicio.

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