Los métodos de enseñanza conductistas han demostrado ser más exitosos en áreas donde hay una respuesta «correcta» o un material fácil de memorizar.

Antecedentes
Visión del conocimiento
Visión de la motivación
Implicaciones para la enseñanza

Antecedentes

El conductismo metodológico comenzó como una reacción contra la psicología introspectiva que dominaba a finales del siglo XIX y principios del XX. Psicólogos introspectivos como Wilhelm Wundt sostenían que el estudio de la conciencia era el objeto principal de la psicología. Su metodología era principalmente introspectiva y se basaba en gran medida en los informes en primera persona de las sensaciones y los componentes de las experiencias inmediatas. Los conductistas, como J. B. Watson y B. F. Skinner, rechazaron los métodos introspectivos por ser subjetivos e incuantificables. En su lugar, se centraron en eventos y comportamientos objetivamente observables y cuantificables. Argumentaron que, puesto que no es posible observar objetivamente o cuantificar lo que ocurre en la mente, las teorías científicas deberían tener en cuenta únicamente los indicadores observables, como las secuencias de estímulo-respuesta. Según Skinner (1976, 23), «el problema mentalista puede evitarse yendo directamente a las causas físicas previas y obviando los sentimientos o estados mentales intermedios. La forma más rápida de hacer esto es … considerar sólo aquellos hechos que pueden ser objetivamente observados en la conducta de una persona en su relación con su historia ambiental previa.» Los conductistas radicales como Skinner también hicieron la afirmación ontológica de que los hechos sobre los estados mentales son reducibles a hechos sobre las disposiciones conductuales.

Visión del conocimiento

Los conductistas como Watson y Skinner interpretan el conocimiento como un repertorio de conductas. Skinner argumenta que no es el caso de que usemos el conocimiento para guiar nuestra acción; más bien, «el conocimiento es acción, o al menos reglas para la acción» (152). Es un conjunto de respuestas pasivas, en gran medida mecánicas, a los estímulos del entorno. Así, por ejemplo, el conductista sostendría que decir que alguien conoce a Shakespeare es decir que tiene un determinado repertorio conductual con respecto a Shakespeare (152). Los conocimientos que no se expresan activamente en la conducta pueden explicarse como capacidades conductuales. Por ejemplo, «reconozco un pájaro azul cuando lo veo» puede verse como equivalente efectivo a «tengo la capacidad de identificar un pájaro azul aunque no lo esté haciendo ahora» (154). Si el conocimiento se interpreta como un repertorio de comportamientos, se puede decir que alguien entiende algo si posee el repertorio adecuado. No es necesario mencionar los procesos cognitivos (156-57).

Visión del aprendizaje

Desde una perspectiva conductista, la transmisión de información del profesor al alumno es esencialmente la transmisión de la respuesta adecuada a un determinado estímulo. Así, el objetivo de la educación es presentar al alumno el repertorio apropiado de respuestas conductuales a estímulos específicos y reforzar esas respuestas a través de un programa de refuerzo efectivo (161). Un programa de refuerzo eficaz requiere la repetición constante del material, pequeñas secuencias progresivas de tareas y un refuerzo positivo continuo. Sin el refuerzo positivo, las respuestas aprendidas se extinguirán rápidamente. Esto se debe a que los alumnos continuarán modificando su conducta hasta que reciban algún refuerzo positivo.

Visión de la motivación

Los conductistas explican la motivación en términos de esquemas de refuerzo positivo y negativo. Al igual que recibir bolitas de comida cada vez que picotea un botón enseña a una paloma a picotear el botón, las experiencias agradables hacen que los alumnos humanos establezcan las conexiones deseadas entre estímulos específicos y las respuestas adecuadas. Por ejemplo, un estudiante que recibe elogios verbales y buenas calificaciones por las respuestas correctas (refuerzo positivo) es probable que aprenda esas respuestas con eficacia; uno que recibe poca o ninguna retroalimentación positiva por las mismas respuestas (refuerzo negativo) es menos probable que las aprenda con la misma eficacia. Del mismo modo, los alumnos humanos tienden a evitar las respuestas que se asocian con el castigo o las consecuencias desagradables, como las malas calificaciones o la retroalimentación adversa.

Implicaciones para la enseñanza

Los métodos de enseñanza conductistas tienden a basarse en los llamados ejercicios de «habilidad y ejercicio» para proporcionar la repetición consistente necesaria para el refuerzo efectivo de los patrones de respuesta. Otros métodos incluyen marcos de preguntas (estímulos) y respuestas (respuestas) en los que las preguntas aumentan gradualmente su dificultad; la práctica guiada y las revisiones periódicas del material. Los métodos conductistas también suelen depender en gran medida del uso de refuerzos positivos, como elogios verbales, buenas notas y premios. Los conductistas evalúan el grado de aprendizaje mediante métodos que miden el comportamiento observable, como el rendimiento en los exámenes. Los métodos de enseñanza conductistas han tenido más éxito en áreas en las que hay una respuesta «correcta» o un material fácil de memorizar. Por ejemplo, mientras que los métodos conductistas han demostrado tener éxito en la enseñanza de material estructurado como hechos y fórmulas, conceptos científicos y vocabulario de lenguas extranjeras, su eficacia en la enseñanza de la comprensión, la composición y las habilidades analíticas es cuestionable.

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