No estoy sola. Hay muchas mujeres y niñas no blancas que no ven personajes de cine con su aspecto, y la omisión puede afectar a su autoestima. Por eso, la cuestión de la diversidad en las películas para los jóvenes es tan importante como presionar por la inclusión en todo Hollywood, tanto detrás como delante de la cámara.

Mucha de la representación de los no blancos en el cine es trivial en el mejor de los casos, y estereotipada en el peor: el compinche chistoso o el actor de fondo que se queda ahí como una muestra. Recuerdo que sentí que algo fallaba en Tito, el chihuahua, en la película de Disney «Oliver & Company» (1988). ¿Por qué el único perro con acento mexicano (con la voz de Cheech Marin, que tiene un papel menos vergonzoso en «Spy Kids») tenía que hacer el puente de los coches? Quería ver más a la marimacho mecánica Audrey Ramírez (Jacqueline Obradors) en «Atlantis: El imperio perdido» (2001), y deseaba poder olvidar que «Cars» (2006) tiene un lowrider apenas visible llamado Ramone (el Sr. Marín, de nuevo) que resulta ser el único vehículo de Radiator Springs con sistema hidráulico. Olvidé que «The Emperor’s New Groove» (2000) estaba ambientada en el Imperio Inca, porque ninguno de los actores de voz principales (David Spade, John Goodman, Eartha Kitt y Patrick Warburton) parecía hablar nuestro idioma.

Pero uno de los vídeos más vistos en nuestra casa era «Los tres caballeros», una guía animada de Disney sobre Sudamérica de 1944. El Pato Donald es el protagonista estadounidense, al que se unen el gallo mexicano Panchito (Joaquín Garay) y el loro brasileño José (José Oliveira) en un recorrido de buena voluntad por Latinoamérica. Más que un simple espectáculo en Technicolor (parecido a «Fantasía», en cuanto a las secuencias musicales animadas), «Los Tres Caballeros» era un explicador cultural que no reducía del todo nuestras historias a tropos baratos. Como producto indirecto de la Política de Buena Vecindad, por la que Estados Unidos invertía en los lazos sudamericanos, la película tenía incentivos para evitar representaciones negativas.

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