Objetivo: El objetivo de este estudio fue identificar las características y la evolución clínica de los pacientes que presentan un estrés considerable en relación con los suspiros persistentes irreprimibles, y determinar si existe alguna asociación entre este síndrome y la enfermedad respiratoria u otra enfermedad orgánica, durante el período agudo o de seguimiento.

Diseño del estudio: Se realizó una revisión de series de casos de pacientes diagnosticados con un complejo sintomático definido y se recopilaron datos relevantes.

Población: Cuarenta pacientes que se presentaron a 3 clínicas de medicina familiar en Israel cumplían nuestros 10 criterios para el síndrome del suspiro: suspiros recurrentes; respiración superficial; convicción de que la respiración profunda está obstruida; la intensidad de los episodios provoca estrés que lleva a la consulta; no hay un desencadenante obvio; los episodios duran de unos días a varias semanas; no hay interferencia con el habla; los suspiros están ausentes durante el sueño; no hay correlación con la actividad física o el descanso; son autolimitados.

Resultados medidos: Se evaluó la información demográfica y del estado de salud, así como las circunstancias recientes que podrían haber servido como desencadenantes de los síntomas. También se realizaron diagnósticos sistemáticos de enfermedad orgánica aguda o crónica.

Resultados: Los médicos diagnosticaron el «síndrome del suspiro» en 40 sujetos (19 hombres , 21 mujeres), con una edad media de 31,8 años, durante el período de estudio de 3 años. Todos los pacientes se ajustaban a 10 criterios del síndrome del suspiro. En 13 pacientes (32,5%), un acontecimiento traumático significativo precedió a la aparición de los síntomas. Diez (25%) tenían trastornos previos de ansiedad o somatomorfos. En 23 pacientes (57,5%), el episodio se repitió después del evento inicial. No se encontró asociación en ninguno de los casos con ninguna forma de enfermedad orgánica. Asimismo, durante el período de seguimiento (en promedio, 18 meses), no observamos el desarrollo de un trastorno orgánico específico en ningún caso.

Conclusiones: El «síndrome del suspiro» tiene un curso benigno; exige principalmente el apoyo y la comprensión del médico tratante para disipar cualquier preocupación del paciente.

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