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- Protozoos
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- Infecciones parasitarias Infecciones
Un parásito es un organismo que vive sobre o dentro de un organismo huésped y obtiene su alimento de o a expensas de su huésped. Hay tres clases principales de parásitos que pueden causar enfermedades en los seres humanos: protozoos, helmintos y ectoparásitos.
Entamoeba histolytica es un protozoo. Es necesario un microscopio para ver este parásito. Crédito: CDC.
Los protozoos son organismos microscópicos unicelulares que pueden ser de vida libre o parasitarios. Son capaces de multiplicarse en los seres humanos, lo que contribuye a su supervivencia y también permite que se desarrollen infecciones graves a partir de un solo organismo. La transmisión de los protozoos que viven en el intestino de un ser humano a otro suele producirse por vía fecal-oral (por ejemplo, por alimentos o agua contaminados o por contacto de persona a persona). Los protozoos que viven en la sangre o en los tejidos de los seres humanos se transmiten a otros seres humanos a través de un artrópodo vector (por ejemplo, a través de la picadura de un mosquito o una mosca de la arena).
Los protozoos infecciosos para los seres humanos pueden clasificarse en cuatro grupos en función de su modo de desplazamiento:
- Sarcodina – la ameba, por ejemplo, Entamoeba
- Mastigophora – los flagelados, por ejemplo, Giardia, Leishmania
- Ciliophora – los ciliados, por ejemplo, Balantidium
- Sporozoa – organismos cuyo estado adulto no es móvil, por ejemplo, Plasmodium, Cryptosporidium
Un gusano adulto Ascaris lumbriocoides. Pueden medir entre 15 y 35 cm.
Crédito: CDC.
Los helmintos son organismos multicelulares de gran tamaño que suelen ser visibles a simple vista en sus fases adultas. Al igual que los protozoos, los helmintos pueden ser de vida libre o parasitarios. En su forma adulta, los helmintos no pueden multiplicarse en el ser humano. Hay tres grupos principales de helmintos (derivados de la palabra griega para gusanos) que son parásitos humanos:
- Los gusanos planos (platihelmintos) – incluyen los trematodos (gusanos de la suerte) y los cestodos (tenias).
- Los gusanos con cabeza de cuerno (acantocéfalos) – las formas adultas de estos gusanos residen en el tracto gastrointestinal. Se cree que los acantocéfalos son intermedios entre los cestodos y los nematodos.
- Gusanos redondos (nematodos) – las formas adultas de estos gusanos pueden residir en el tracto gastrointestinal, la sangre, el sistema linfático o los tejidos subcutáneos. Por otra parte, los estados inmaduros (larvas) pueden causar enfermedades a través de su infección de diversos tejidos corporales. Algunos consideran que los helmintos incluyen también a los gusanos segmentados (anélidos); los únicos importantes desde el punto de vista médico son las sanguijuelas. Cabe destacar que estos organismos no suelen considerarse parásitos.
Un piojo adulto. Su tamaño es tan grande como una semilla de sésamo.
Crédito: CDC.
Aunque el término ectoparásitos puede incluir ampliamente a los artrópodos chupadores de sangre, como los mosquitos (porque dependen de una comida de sangre de un huésped humano para su supervivencia), este término se utiliza generalmente de forma más restringida para referirse a organismos como las garrapatas, las pulgas, los piojos y los ácaros que se adhieren o excavan en la piel y permanecen allí durante períodos relativamente largos de tiempo (por ejemplo, semanas o meses). Los artrópodos son importantes como causantes de enfermedades por sí mismos, pero son aún más importantes como vectores, o transmisores, de muchos patógenos diferentes que, a su vez, causan una enorme morbilidad y mortalidad por las enfermedades que causan.
Las infecciones parasitarias causan una enorme carga de enfermedad tanto en los trópicos y subtrópicos como en los climas más templados. De todas las enfermedades parasitarias, el paludismo es la que causa más muertes en el mundo. El paludismo mata a más de 400.000 personas cada año, la mayoría de ellas niños pequeños en el África subsahariana.
Las Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD), que han sufrido una falta de atención por parte de la comunidad de salud pública, incluyen enfermedades parasitarias como la filariasis linfática, la oncocercosis y la enfermedad del gusano de Guinea. Estas enfermedades afectan a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo, sobre todo en las zonas rurales de los países de bajos ingresos. Estas enfermedades se cobran un gran número de víctimas en las poblaciones endémicas, como la pérdida de la capacidad de asistir a la escuela o al trabajo, el retraso en el crecimiento de los niños, el deterioro de las capacidades cognitivas y el desarrollo de los niños pequeños, y la grave carga económica que suponen para países enteros.
Sin embargo, las infecciones parasitarias también afectan a las personas que viven en los países desarrollados, incluidos los Estados Unidos.
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