US Pharm. 2010;35(10)HS-26-HS-31.
La alergia a los alimentos se define como una reacción adversa o una respuesta anormal a una proteína alimentaria o a un aditivo alimentario y es desencadenada por el sistema inmunitario del organismo (mediada por IgE). Las reacciones anafilácticas a los alimentos pueden causar a veces enfermedades graves e incluso la muerte. Los frutos secos y los cacahuetes son las principales causas de estas reacciones alérgicas mortales (anafilaxia). En las últimas décadas, la prevalencia de la alergia a los alimentos parece haber aumentado, e incluso una cantidad mínima del alimento causante de la alergia puede desencadenar signos y síntomas como problemas digestivos, urticaria o hinchazón de la cara y las vías respiratorias (angioedema). En las personas que padecen la enfermedad celíaca (que no es una verdadera alergia alimentaria), el gluten de ciertos alimentos puede iniciar una respuesta inmunitaria compleja y provocar síntomas graves.1
La intolerancia alimentaria también es una reacción a los alimentos, pero no está mediada por el sistema inmunitario del organismo y, por tanto, no es una alergia. Los síntomas de la intolerancia alimentaria son menos molestos. La gente suele confundirlas, porque la intolerancia alimentaria también presenta algunos de los mismos signos y síntomas que la alergia alimentaria, como náuseas, vómitos, calambres y diarrea.2
La alergia alimentaria afecta a un porcentaje estimado de entre el 4% y el 8% de los niños menores de 3 años y a cerca del 2% de los adultos. Aunque no hay cura, algunos niños superan la alergia alimentaria a medida que crecen. Los síntomas de la alergia alimentaria suelen aparecer entre unos minutos y una hora después de haber ingerido el alimento en cuestión. Mientras que 3,3 millones de estadounidenses son alérgicos a los cacahuetes o a los frutos secos, 6,9 millones son alérgicos al marisco. Las alergias alimentarias causan 30.000 casos de anafilaxia, 2.000 hospitalizaciones y 150 muertes al año.3
El tratamiento consiste en la inmunoterapia (desensibilización) o en la evitación, en la que la persona alérgica evita todo tipo de contacto con el alimento al que es alérgica.3
Patogénesis de la alergia alimentaria
Se sabe que unos pocos alimentos específicos causan la mayoría de las reacciones alimentarias. Los desencadenantes más comunes de una reacción alimentaria en los adultos son los cacahuetes, el pescado, los mariscos, los frutos secos (por ejemplo, las nueces, las pacanas) y el sésamo. Los alimentos problemáticos para los niños son los huevos, la leche (especialmente en bebés y niños pequeños) y los cacahuetes. El chocolate, que durante mucho tiempo fue considerado por algunos padres como el causante de las alergias alimentarias en los niños, rara vez desencadena una alergia alimentaria.4
En una verdadera alergia alimentaria, el sistema inmunitario identifica erróneamente un alimento específico o un aditivo de los alimentos como una sustancia dañina. Las células del sistema inmunitario liberan entonces ciertos anticuerpos conocidos como inmunoglobulina E (IgE) para combatir los alérgenos procedentes del alimento o sustancia alimentaria problemática. La siguiente vez que se ingiere la más mínima cantidad de ese alimento, los anticuerpos IgE que circulan por la sangre lo detectan y envían una señal a los mastocitos del sistema inmunitario para que liberen histamina y otras citocinas en el torrente sanguíneo. Estas sustancias químicas son responsables de una serie de signos y síntomas alérgicos. La histamina contribuye a la inflamación y provoca hinchazón en la piel y picor. Es la responsable de la urticaria que aparece en la piel cuando el paciente se somete a una prueba de alergia. Estas ronchas muestran la presencia de IgE y son uno de los mejores indicios de alergia.5
Factores de riesgo
Los factores de riesgo que aumentan la posibilidad de padecer alergias alimentarias son la edad (niños pequeños); los antecedentes de eczema (se informa de que aproximadamente una de cada tres personas con dermatitis atópica o eczema también tiene una alergia alimentaria); y los antecedentes familiares de otros tipos de alergias, como la fiebre del heno, el asma y el polen.6
En muchas personas que padecen fiebre del heno, las frutas y verduras frescas y ciertos frutos secos y especias pueden desencadenar una reacción alérgica que provoca hormigueo o picor en la boca. En algunas personas, los síntomas de la alergia al polen y a los alimentos pueden causar inflamación de la garganta o incluso anafilaxia. Este tipo de alergia es un ejemplo de reactividad cruzada. Se cree que ciertas proteínas de las frutas y verduras provocan la reacción porque son similares a las proteínas que causan alergia y que se encuentran en ciertos pólenes. Por ejemplo, si alguien es alérgico a la ambrosía o al polen de abedul, también puede reaccionar a los melones. Cocinar las frutas y verduras puede ayudar a evitar estas reacciones. La mayoría de las frutas y verduras cocinadas no provocan síntomas de alergia oral cruzada.6
Otros factores de riesgo de anafilaxia grave son los agentes o fármacos que provocan un aumento de la permeabilidad intestinal -como el alcohol y la aspirina, los betabloqueantes y los inhibidores de la ECA- y el ejercicio.
Se ha demostrado que las histaminas, liberadas por el sistema inmunitario durante una reacción alérgica, desencadenan migrañas en algunas personas.
Síntomas de la anafilaxia
Una reacción alérgica alimentaria grave puede provocar síntomas que ponen en peligro la vida, y el tratamiento de urgencia es fundamental. Si no se trata, la anafilaxia puede causar un coma o la muerte. Las reacciones graves son la constricción y el estrechamiento de las vías respiratorias; una garganta hinchada o un nudo en la garganta que dificulta la respiración; y un shock con una grave caída de la presión arterial, pulso rápido y mareos, aturdimiento o pérdida de conciencia.7
En algunas personas, el ejercicio puede desencadenar una reacción alérgica a un alimento. Una alergia alimentaria inducida por el ejercicio puede causar picor y aturdimiento. En casos graves, también puede provocar reacciones como urticaria o anafilaxia. No comer y evitar un determinado alimento durante un par de horas antes del ejercicio puede ayudar a prevenir este problema.7
Las reacciones leves a los alimentos no son críticas ni ponen en peligro la vida, pero también requieren atención médica inmediata. Algunas de estas reacciones son calambres estomacales, dolor, náuseas, vómitos, diarrea, sarpullido y picor en la piel (especialmente urticaria), tos, sibilancias, dificultad para respirar, hinchazón (labios, boca, lengua, garganta), congestión nasal y caída severa de la presión arterial.
Intolerancia alimentaria
Si después de comer un alimento el paciente tiene síntomas digestivos, lo más probable es que no se trate de una verdadera alergia alimentaria sino de una intolerancia alimentaria. Dependiendo del tipo de intolerancia alimentaria, el paciente puede comer pequeñas cantidades de alimentos problemáticos sin sufrir una reacción. Por el contrario, si el paciente tiene una verdadera alergia alimentaria, incluso una pequeña cantidad de alimento puede desencadenar una reacción alérgica. A veces, puede ser difícil distinguir la intolerancia alimentaria de la alergia alimentaria debido a que algunas personas son sensibles a una sustancia o ingrediente utilizado en la preparación del alimento y no al alimento en sí. En los siguientes casos, existe la posibilidad de que los síntomas se confundan con los de una verdadera alergia alimentaria.3
Enfermedad celíaca
Aunque la enfermedad celíaca se denomina a veces alergia al gluten, no es una verdadera alergia alimentaria. Al igual que una alergia alimentaria, implica una respuesta del sistema inmunitario, pero es una reacción única del sistema inmunitario que es más compleja que una simple alergia alimentaria. Comer gluten, una proteína que se encuentra en el pan, la pasta, las galletas y muchos otros alimentos que contienen trigo, cebada o centeno, desencadena esta enfermedad digestiva crónica. En las personas que padecen la enfermedad celíaca, la ingesta de alimentos que contienen gluten inicia una reacción inmunitaria que provoca daños en la superficie del intestino delgado y una incapacidad para absorber determinados nutrientes. Los síntomas de la enfermedad celíaca incluyen diarrea, dolor abdominal e hinchazón. En algunos casos, la enfermedad celíaca causa desnutrición y deficiencias de nutrientes.8
Deficiencia de enzimas
Algunos pacientes pueden no tener cantidades adecuadas de ciertas enzimas necesarias para digerir alimentos específicos. Una cantidad insuficiente de la enzima lactasa puede reducir la capacidad de digerir la lactosa, el principal azúcar de los productos lácteos. La intolerancia a la lactosa puede provocar hinchazón, calambres abdominales, diarrea, heces fétidas, pérdida de peso y exceso de gases. La intolerancia a la lactosa es más común en las poblaciones asiáticas, africanas, afroamericanas, nativas americanas y mediterráneas que entre los europeos del norte y del oeste.
La intolerancia a la lactosa puede comenzar en diferentes momentos de la vida. En los caucásicos, suele empezar a afectar a los niños mayores de 5 años. En los afroamericanos, la intolerancia a la lactosa suele aparecer a partir de los 2 años.
Intoxicación alimentaria
A veces la intoxicación alimentaria puede imitar una reacción alérgica. Las bacterias del atún y otros pescados en mal estado pueden producir una toxina que desencadena reacciones perjudiciales. La mayoría de los casos de intoxicación alimentaria provienen de bacterias comunes como las especies de Staphylococcus o E coli. El botulismo es una forma muy grave de intoxicación alimentaria que puede ser mortal. Puede provenir de un enlatado casero inadecuado. Algunos tipos de setas y ruibarbo también pueden ser tóxicos. La deshidratación es la complicación más común del botulismo y puede producirse por cualquiera de las otras causas de intoxicación alimentaria.
Aditivos alimentarios
Algunas personas tienen reacciones digestivas y otros síntomas alérgicos después de ingerir ciertos aditivos alimentarios, como el glutamato monosódico (GMS), los edulcorantes artificiales y los agentes colorantes de alimentos o medicamentos, como la tartrazina en los comprimidos de eritromicina. Los sulfitos utilizados para conservar los frutos secos, los alimentos enlatados y el vino pueden desencadenar ataques de asma en personas sensibles.
Síndrome del intestino irritable
Ciertos alimentos pueden desencadenar los signos y síntomas del síndrome del intestino irritable (SII). Las personas pueden encontrar que ciertos alimentos causan calambres, estreñimiento o diarrea. Estos alimentos deben eliminarse de la dieta para evitar los síntomas.3 A diferencia de otras enfermedades intestinales más graves, como la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, el SII no causa inflamación ni cambios en el tejido intestinal ni aumenta el riesgo de cáncer colorrectal. En muchos casos, el síndrome del intestino irritable puede controlarse mediante el manejo de la dieta, el estilo de vida y el estrés.
Autismo y alergia a los alimentos
Los trastornos autistas, que se observan por primera vez en la primera infancia, causan problemas de interacción social y comunicación, así como patrones de comportamiento anormales. El autismo es probablemente genético, aunque también parece haber factores ambientales que influyen en la condición. En los últimos años, se ha sugerido que las alergias alimentarias desempeñan un papel en el empeoramiento del autismo. En concreto, se ha atribuido al gluten (una proteína del trigo) y a la caseína (una proteína de la leche) el empeoramiento de los síntomas en los niños con autismo. Por otro lado, no está del todo claro que los alimentos empeoren el autismo, aunque hay muchas teorías sobre cómo podría ocurrir.
Se ha sugerido que el autismo podría deberse a la pérdida de la regulación de los glóbulos blancos del sistema inmunitario, lo que, a su vez, desencadenaría ciertas sustancias químicas (citoquinas) que provocan las anomalías neurológicas observadas en los niños con autismo.
Respecto a la alimentación, un reciente estudio bien diseñado, aunque pequeño, mostró cierta mejora de los rasgos autistas en los niños que recibieron una dieta sin gluten/caseína.9 Se necesitan estudios con un mayor número de niños para confirmar los resultados de este pequeño estudio.
Pruebas y diagnóstico
Un enfoque sistemático del diagnóstico incluye una historia cuidadosa, seguida de estudios de laboratorio, dietas de eliminación y, a menudo, desafíos alimentarios para confirmar un diagnóstico. Un alergólogo clínico está en la mejor posición para diagnosticar la alergia alimentaria. El alergólogo revisará la historia del paciente y los síntomas o reacciones que se han reportado después de la ingestión de alimentos. Si los síntomas o las reacciones son compatibles con una alergia alimentaria, se realizarán pruebas de alergia (TABLA 1).
Se han caracterizado muchos alérgenos alimentarios a nivel molecular, lo que ha aumentado nuestra comprensión de la inmunopatogénesis de la alergia alimentaria y podría conducir pronto a nuevos enfoques diagnósticos y terapéuticos. En la actualidad, el tratamiento de las alergias alimentarias consiste en educar al paciente para que evite ingerir el alérgeno responsable e iniciar una terapia en caso de una ingesta involuntaria.
Tratamientos
La única forma de prevenir una reacción alérgica es evitar los alimentos que provocan los signos y síntomas. Sin embargo, a pesar de sus mejores esfuerzos, las personas pueden entrar en contacto con un alimento que les provoque una reacción.
Reacción alérgica leve
En estos casos, los antihistamínicos de venta libre o recetados, como la difenhidramina (Benadryl), pueden ayudar a reducir los síntomas. Estos medicamentos pueden tomarse después de la exposición a un alimento que cause alergia para ayudar a aliviar el enrojecimiento de la piel, el picor o la urticaria. Sin embargo, los antihistamínicos no pueden tratar una reacción alérgica grave.
Reacción alérgica grave
En estos casos, los pacientes pueden necesitar una inyección de emergencia de epinefrina y un viaje a la sala de emergencias. Muchas personas alérgicas llevan un autoinyector (EpiPen, EpiPen Jr o Twinject). Este dispositivo es una combinación de jeringa y aguja oculta que inyecta una sola dosis de medicamento cuando se presiona contra el muslo. Las personas deben asegurarse de saber cómo utilizar el autoinyector. Además, es importante que las personas más cercanas al paciente sepan cómo administrar el medicamento; en estos casos pueden ayudar en una emergencia anafiláctica y podrían salvar una vida. También se han utilizado medicamentos corticosteroides para la hinchazón y el picor más graves.6
Prevención y recomendaciones
La mejor manera de prevenir una reacción alérgica es identificar y evitar los alimentos que la desencadenan. Para algunas personas, esto es un mero inconveniente, pero para otras supone una dificultad mayor. Además, algunos alimentos -cuando se utilizan como ingredientes en determinados platos- pueden estar bien escondidos. Esto es especialmente cierto en los restaurantes.3
Aunque se está investigando para encontrar mejores tratamientos para reducir los síntomas de la alergia a los alimentos y prevenir los ataques de alergia, existe un tratamiento probado que puede prevenir o aliviar completamente los síntomas. Desgraciadamente, las vacunas antialérgicas (inmunoterapia), una serie de inyecciones utilizadas para reducir el efecto de otras alergias como la fiebre del heno, no son eficaces para tratar las alergias alimentarias.
El tratamiento clave es evitar el alimento en cuestión, y trabajar con el médico para aprender a aliviar los síntomas y a identificar y responder a una reacción grave.
Las personas siempre deben leer la etiqueta de un alimento manufacturado para asegurarse de que no contiene un ingrediente al que son alérgicos. Incluso si la persona cree saber lo que contiene un alimento, debe comprobar la etiqueta. Los ingredientes a veces cambian. Las etiquetas de los alimentos deben indicar claramente si contienen algún alérgeno alimentario común. Los pacientes deben leer atentamente las etiquetas de los alimentos para evitar estas ocho fuentes principales de alergia alimentaria: leche, huevos, cacahuetes, frutos secos, pescado, marisco, soja y trigo.
En los restaurantes y reuniones sociales, siempre existe el riesgo de que una persona pueda comer un alimento al que es alérgico. Muchas personas no entienden la gravedad de una reacción alérgica a un alimento y pueden no darse cuenta de que una pequeña cantidad de un alimento puede causar una reacción grave. Si hay alguna sospecha de que un alimento puede contener un alérgeno, no debe consumirse.3
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5. Groschwitz KR, Hogan SP. Función de barrera intestinal: regulación molecular y patogénesis de la enfermedad. J Allergy Clin Immunol. 2009;124:3-20;quiz 21-22.
6. Bock SA, Muñoz-Furlong A, Sampson HA. Carta al editor: más muertes causadas por reacciones anafilácticas a los alimentos, 2001-2006. J Allergy Clin Immunol. 2007;119:1016-1018.
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8. Lee A, Newman JM. Dieta para celíacos: su impacto en la calidad de vida. J Am Dietetic Assoc. 2003;103:
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10. Hill DJ, Heine RG, Hosking CS. El valor diagnóstico de las pruebas de punción cutánea en niños con alergia alimentaria. Pediatr Allergy Immunol. 2004;15:435-441.
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