Imagen superior: Soldados soviéticos y estadounidenses se encuentran en el río Elba. Cortesía de Sputnik.

Antecedentes:

El 16 de noviembre de 1933, Estados Unidos estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética. Aunque fue una relación tensa desde el principio, la relación entre ambos países estuvo marcada por una gran cooperación entre ambos países durante la Segunda Guerra Mundial (1941-1945) y fue esencial para derrotar a la Alemania nazi. Sin el sacrificio de casi 20 millones de soviéticos en el Frente Oriental, Estados Unidos y Gran Bretaña no habrían podido derrotar a Alemania.

Cuando los soviéticos firmaron un pacto de no agresión con Alemania en 1939, parecía que no había esperanza de ningún tipo de alianza. La ocupación soviética del este de Polonia en septiembre y la «Guerra de Invierno» contra Finlandia en diciembre dificultaron aún más una posible alianza. A pesar de la creciente tensión entre los dos países, el presidente Roosevelt siempre entendió que la Alemania nazi, y no la Unión Soviética, era la mayor amenaza para la paz. Roosevelt fue el responsable de incluir a la Unión Soviética en el proyecto de ley de Préstamo y Arriendo aprobado en 1941. Cuando la Alemania nazi atacó a la Unión Soviética en junio de 1941, la alianza entre los soviéticos y los Estados Unidos quedó sellada. La primera ayuda de Lend-Lease comenzó a llegar a la Unión Soviética en octubre. En diciembre de 1941, cuando Estados Unidos entró en la guerra, se intensificó la colaboración entre las tres grandes potencias (Unión Soviética, Estados Unidos y Gran Bretaña). Su único objetivo era la rendición incondicional de Alemania. El desacuerdo más importante que surgió entre los tres grandes fue la apertura del segundo frente. Los soviéticos se desangraban en el frente oriental y abogaban por una invasión de Francia lo antes posible. Finalmente, la invasión de Normandía tuvo lugar el 6 de junio de 1944.

Las siguientes tensiones entre los aliados fueron las cuestiones de los límites de la posguerra. La derrota alemana era evidente a principios de 1945. Confiando en una victoria aliada en febrero de 1945, Roosevelt, Churchill y Stalin se reunieron en Yalta para discutir la reorganización de Europa al finalizar la guerra. Churchill quería elecciones libres y justas que dieran lugar a gobiernos democráticos en Europa Central y Oriental, especialmente en Polonia. Stalin quería gobiernos leales y amistosos con la Unión Soviética, para que actuaran como zona de amortiguación contra una posible agresión alemana en el futuro. Se acordó que Polonia se reorganizaría bajo un gobierno provisional comunista y que más adelante se celebrarían elecciones libres. También se acordó que Alemania y Berlín se dividirían en cuatro zonas de ocupación entre Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y la Unión Soviética. Del 17 de julio al 2 de agosto de 1945 se celebró una segunda conferencia en Potsdam, Alemania. Roosevelt murió en abril de ese año y el nuevo presidente Harry Truman representó a los Estados Unidos. Truman desconfiaba mucho de las acciones soviéticas. No se fiaba de Stalin y cuestionaba sus verdaderas intenciones.

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