Una contusión de rodilla es una lesión que produce hematomas, hinchazón y sensibilidad en la rótula o por debajo de ella. La mayoría de las contusiones son lesiones superficiales relativamente menores, que simplemente causan moretones en la piel debido a la rotura de vasos sanguíneos muy cerca de la superficie de la rodilla. Los síntomas de una contusión leve tienden a desaparecer en una o dos semanas con simples cuidados en casa. El dolor y los hematomas intensos pueden ser indicativos de una contusión muscular u ósea más grave que debe ser evaluada por un médico. Dependiendo de la gravedad de la lesión, una persona puede tener dificultades para usar su pierna durante varias semanas o meses.
Las contusiones en la piel se producen cuando se rompen unos diminutos vasos sanguíneos llamados capilares y permiten que la sangre se escape al tejido cutáneo. Una contusión leve en la rodilla puede ser el resultado de una caída, un golpe contra una puerta o una mesa, o un golpe con una pelota deportiva. La persona puede notar una ligera hinchazón y sensibilidad, pero la lesión no suele impedir la capacidad de utilizar la pierna. El hematoma suele aparecer como una mancha azul oscura o morada aproximadamente un día después de la lesión inicial. La rodilla comienza a sentirse mejor y el hematoma se vuelve más ligero en el transcurso de varios días.
Una persona puede disminuir el dolor y el tiempo de curación de una contusión leve de rodilla descansando, aplicando hielo y elevando la articulación. Se pueden tomar antiinflamatorios de venta libre para reducir aún más la hinchazón y el dolor. Debe evitarse la actividad física intensa durante un par de semanas después de la lesión para que la rodilla tenga tiempo suficiente para recuperarse. Cuando el hematoma disminuye y la articulación se siente mejor, la persona puede realizar ejercicios de estiramiento ligeros para recuperar la flexibilidad.
Una contusión que produce dolor e hinchazón debilitantes se considera generalmente una emergencia médica. Las contusiones profundas son más comunes en los deportes de contacto, los accidentes de coche y los impactos fuertes de las caídas. Una persona que sufre una lesión grave de rodilla debe intentar mantener la pierna inmovilizada hasta que disponga de tratamiento médico. En la sala de urgencias o en la consulta del médico, éste puede tomar radiografías y realizar un examen físico para determinar el alcance de la lesión.
La mayoría de las contusiones que afectan a los tejidos óseos, musculares, cartilaginosos o ligamentosos de la rodilla se tratan de forma muy parecida a los hematomas de la piel, aunque la recuperación completa puede llevar varios meses. El médico puede recetar analgésicos o antiinflamatorios de alta potencia para tomar mientras se descansa y se aplica hielo en la pierna. Algunos pacientes, sobre todo los deportistas, inician la fisioterapia en algún momento de su recuperación para recuperar la fuerza y la flexibilidad. La cirugía puede ser necesaria si la contusión de rodilla va acompañada de una rotura ósea o de ligamentos.
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