Astronómicamente, las estaciones de nuestro planeta cambian en cuatro días concretos cada año, dos solsticios, uno en junio y otro en diciembre, y dos equinoccios (uno en marzo y otro en septiembre). Las fechas concretas son señaladas por los científicos en el límite entre nuestras estaciones debido a una serie de factores basados en la relación entre la Tierra y el Sol, la inclinación del eje de la Tierra y cómo esos factores juegan para todos los que vivimos aquí en la tercera roca desde el Sol.

¿Por qué tenemos estaciones?

Las estaciones de la Tierra son un resultado directo de la inclinación de 23° del eje de la Tierra, conocida como inclinación axial. Sin una inclinación axial, no tendríamos estaciones de la forma en que las tenemos y la vida en este planeta podría haberse desarrollado de forma muy diferente para dar cuenta de condiciones meteorológicas y climáticas más constantes en cada latitud de nuestro planeta. Esta oblicuidad significa que durante ciertas partes del año, el hemisferio sur está ligeramente más expuesto a los rayos del Sol mientras que el hemisferio norte está menos expuesto y viceversa. Esto da lugar a una serie de efectos para nuestro planeta que van desde cambios significativos de temperatura y diferencias meteorológicas, así como más o menos luz y energía procedente del Sol, lo que conocemos como estaciones.

Solsticios

Stonehenge, Inglaterra, Solsticio de junio, 2017

El solsticio, que tiene lugar en junio y diciembre, marca el inicio del invierno o el comienzo del verano. En el hemisferio norte, el solsticio de junio anuncia el comienzo astronómico del verano y es el día con más luz del año. En las regiones más septentrionales del planeta pueden pasar días o semanas sin que el sol se ponga por debajo del horizonte, mientras que en la Antártida puede permanecer oscuro durante un tiempo comparable. Lo contrario ocurre con el solsticio de diciembre, cuando comienza el verano en el hemisferio sur y el invierno en el norte. El solsticio (que combina las palabras latinas sol y sistere) es el punto en el que el Sol parece alcanzar su punto más alto o más bajo en el cielo durante el año y, por lo tanto, los antiguos astrónomos conocían el día como uno en el que el Sol parecía estar parado.

Los solsticios suelen estar marcados por diversas celebraciones que se remontan a varias generaciones, la más conocida de las cuales es la fiesta de Navidad, que se celebra unos días después del solsticio de diciembre y que toma prestadas muchas de sus tradiciones de otras paganas anteriores que se remontan a miles de años atrás.

Equinoxos

Chichén Itzá, México, Equinoccio de marzo, 2009

Los equinoccios ocurren directamente entre los solsticios y marcan el comienzo de las estaciones de primavera y otoño. El término equinoccio, al igual que solsticio, tiene su origen en el latín con las raíces aequus que significa «Igual» y nox que significa «Noche». Los astrónomos definen el equinoccio como el momento en que el ecuador de la Tierra en su eje pasa por el mismo plano del ecuador del Sol, pero su nombre revela más lo que experimentamos de estas fechas de marzo y septiembre aquí en la Tierra ya que la mayoría de los lugares del planeta en el día del equinoccio experimentarán aproximadamente tanto tiempo de noche como de día, de ahí «Noche igual».

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