Hay muchas formas de meditación y muchas ideas sobre lo que es la meditación. Mientras que diferentes caminos espirituales pueden asociar la meditación con la contemplación, la oración u otras prácticas, la meditación budista se asocia generalmente con la atención plena y la conciencia. De hecho, aunque hay muchas más formas de meditación budista de lo que se podría pensar, todas tienen la atención plena como denominador común.

Las prácticas de meditación budista ayudan a los meditadores a cultivar los valores fundamentales de la conciencia, la tranquilidad y la perspicacia. Según la filosofía budista, cuando comprendemos mejor nuestra mente y nuestras emociones, podemos trabajar con nuestras acciones y reacciones de una manera que nos lleve al bienestar y a la felicidad, la nuestra y la de los que nos rodean. Y cuanto más apreciamos la importancia del bienestar y la felicidad de los demás, más experimentamos la compasión y el amor. La atención plena es la clave.

En este breve vídeo, el experto en meditación Trungram Gyalwa PhD habla de cómo pensar en los demás con compasión disminuye nuestro propio egocentrismo y, por tanto, reduce nuestro propio miedo.

El desarrollo de la meditación budista

Según la mayoría de los historiadores, Buda nació en el seno de una familia real alrededor de 6 siglos antes de Cristo en lo que hoy es Nepal. Después de haber experimentado tanto los lujos de su noble linaje como los rigores de un camino espiritual ascético, Buda eligió evitar estos extremos en favor de una práctica basada en la moderación, la introspección y la conciencia estable. Esta práctica le llevó a su despertar espiritual en la India, tras lo cual pasó muchas décadas enseñando lo que había descubierto a todo aquel que estuviera interesado: realeza, comerciantes, agricultores, indigentes, monjes y monjas.

A su vez, sus discípulos pusieron en práctica las enseñanzas y obtuvieron conocimientos que luego transmitieron a otros. El budismo se extendió por toda Asia, adaptándose a las costumbres y, en cierta medida, a los sistemas de creencias de las tierras en las que arraigó. Aunque hay diferencias perceptibles en la forma en que se practica el budismo hoy en día en, por ejemplo, Mongolia, Sri Lanka, Tíbet, Corea y Tailandia, todos tienen como núcleo la práctica de la atención plena y una filosofía basada en el primer ciclo de enseñanzas de Buda, conocido como las Cuatro Nobles Verdades.

Estas primeras enseñanzas se centran en por qué experimentamos insatisfacción, cómo podemos poner fin a los patrones insanos que causan este sufrimiento cultivando la conciencia y entrenando la mente, y la libertad que se experimenta cuando dejamos de estar encadenados por estos patrones insanos.

Los 4 fundamentos de la atención plena. El Buda enseñó la meditación de atención plena como un componente esencial del viaje hacia la libertad. En un famoso discurso, sugirió que, para cultivar la conciencia, hay cuatro cosas a las que prestar atención:

  • El cuerpo, es decir: ¿qué perciben los sentidos en este momento?
  • Los sentimientos, es decir: ¿cómo nos sentimos con esas percepciones? ¿Las aceptamos o las rechazamos?
  • La mente, como en: ¿qué reacciones emocionales y pensamientos estamos experimentando en base a esto?
  • Los fenómenos, como en: ¿cuál es la naturaleza de nuestra percepción de las cosas?

¿Qué tiene de diferente la meditación budista de atención plena? Algo?

La base de la meditación de atención plena, «budista» o no, es la conciencia sin juicios de lo que estamos experimentando en el momento. Sentarse y seguir la respiración para mantener la mente enfocada y consciente es un método de mindfulness muy conocido.

Lo que diferencia a la meditación de mindfulness budista es la importancia de la motivación y el desarrollo de la meditación de insight o vipassana. La motivación budista se centra en la liberación del sufrimiento y la confusión, y en la consecución de la libertad. Los budistas suelen tomarse un momento antes de comenzar su práctica para recordar su motivación y expresar su confianza en la cordura de su viaje. Una vez terminada la sesión, reiteran su motivación y confianza. En sus oraciones iniciales y finales, muchos budistas expresan su deseo de que la meditación les proporcione herramientas para poder ayudar a los demás. Para los budistas, las cualidades de compasión y discernimiento son muy importantes y suelen incluirse en estas oraciones, como los Cuatro Inconmensurables o los pensamientos ilimitados. Naturalmente, no es necesario ser budista para apreciar la importancia de estas cualidades.

Por lo demás, no hay diferencias fundamentales en la forma en que los budistas y los no budistas practican la atención plena. La técnica de mindfulness en sí no es religiosa en absoluto y puede ser muy beneficiosa para todos. Ten en cuenta que hay muchas otras prácticas budistas que son específicas del budismo. Algunas están bastante conectadas con la cultura de su país y requieren estudio y entrenamiento (las prácticas de visualización del budismo tibetano, por ejemplo), mientras que otras son muy accesibles.

Cómo practicar la meditación budista de atención plena

Para practicar la meditación de atención plena con un sesgo budista, comienza tu sesión tomándote un momento para recordar por qué estás meditando. ¿Cuál es tu motivación? Piensa en cuál es tu objetivo y en cómo la meditación puede ayudarte a alcanzarlo. Conecta con tu corazón compasivo y solidario. A continuación, siéntate en una postura que apoye tu práctica y asienta tu mente en el ritmo y la sensación de tu respiración.

Mientras practicas, tu mente se distraerá con todo tipo de ideas: lo que se ha hecho, lo que hay que hacer y cómo te sientes con todo eso. ¡Genial! Fíjate en estos pensamientos y en cómo compiten por tu atención, y luego vuelve a llevar tu mente a la respiración con suavidad pero con firmeza.

Cuando empiezas a meditar a menudo parece que tienes más pensamientos que nunca. No te asustes y no intentes detener estos pensamientos errantes. Simplemente reconoce su presencia y deja que vayan y vengan sin perseguirlos más. El objetivo es tomar conciencia de todo lo que surge en la mente, ya sea «deseable» o no. Los pensamientos siempre están ahí, sólo que solemos estar demasiado ocupados para darnos cuenta. Gracias a la atención plena, aprendemos que existe una poderosa alternativa a la distracción: la conciencia. Para desarrollar la conciencia, nos entrenamos en estar presentes, unos pocos minutos cada vez.

Al final del tiempo asignado para sentarte, podrías revisar tu motivación y confianza en la cordura del viaje consciente, desarrollar un sentido de gratitud, dar voz a una oración o afirmación, etc. La idea es evitar levantarse del cojín y volver a la rutina habitual de forma demasiado brusca. Reconoce que tu práctica y el incentivo que hay detrás de ella son importantes. A medida que tu práctica crezca, lleva esta motivación y conciencia a las actividades de tu vida diaria.

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