La cefalea es la complicación más común tras la punción lumbar (PL), con tasas de frecuencia comunicadas que oscilan entre el 6% y el 36% de los pacientes.1 August Bier (1861-1949) fue el primero en describir el fenómeno de la cefalea pospunción dural en sus pacientes y experimentó el mismo efecto cuando se realizó el procedimiento a sí mismo.2 La mayoría (90%) de las cefaleas pospunción lumbar ocurren dentro de los 3 días siguientes al procedimiento y se describen característicamente como presentes cuando el paciente está en posición erguida y de intensidad disminuida cuando está en posición supina.
La causa de la cefalea pospunción lumbar es incierta. Una idea es que posiblemente se deba a la baja presión del líquido cefalorraquídeo (LCR) como resultado de la fuga de LCR a través de un desgarro dural y aracnoideo producido por la punción que supera la producción de LCR. La disminución continua de la presión del LCR puede provocar el posterior estiramiento de las estructuras sensibles al dolor. Otra noción es que la vasodilatación cerebral, además de la tracción, es responsable de la cefalea tras la PL.
Se cree que varios tratamientos para esta condición son eficaces, aunque su causa no está clara. Muchos de ellos se aplican de forma rutinaria en la práctica diaria -incluyendo el aumento de líquidos, el reposo en cama y la cafeína- a pesar de la falta de pruebas de su eficacia.
No hay pruebas que respalden el uso del aumento de líquidos para prevenir la cefalea post-LP.1 El único estudio prospectivo de esta intervención implicó la hidratación oral. Dieterich y Brandt llevaron a cabo un estudio prospectivo de 100 pacientes neurológicos de la misma edad, asignados al azar, y no encontraron ninguna correlación entre la incidencia de la cefalea post-LP y la cantidad de ingesta de líquidos.3 A la mitad de los pacientes se les pidió que bebieran 1,5 L de líquidos al día durante los 5 días posteriores a una PL, y a la otra mitad se les pidió que bebieran 3,0 L de líquidos al día durante el mismo período. La intensidad del dolor de cabeza se clasificó en cuatro grados según la gravedad y la aparición de los síntomas tras levantarse de la PL. La proporción de individuos sin síntomas fue del 64% en ambos grupos de pacientes; por lo tanto, la incidencia de la cefalea post-LP es independiente de la ingesta de líquidos.
Otra creencia común es que el reposo en cama o las diversas posiciones del cuerpo después de la LP reducen la incidencia de la cefalea post-LP en comparación con la deambulación inmediata. Pero Carbaat y van Crevel realizaron un estudio prospectivo controlado que demostró que no se encontró ningún beneficio con 24 horas de reposo en cama en la prevención de la cefalea.4 Un investigador realizó una PL diagnóstica en 100 pacientes neurológicos. La mitad de los pacientes fueron movilizados inmediatamente y la otra mitad guardó reposo en cama. Para tener en cuenta la posibilidad de que el mismo investigador mejorara la técnica con sucesivas PL, los primeros 25 fueron movilizados inmediatamente, los 50 siguientes recibieron reposo en cama y los últimos 25 fueron movilizados inmediatamente. El seguimiento fue de 7 días y no se encontraron diferencias significativas entre los dos grupos. Otros estudios similares han confirmado estos hallazgos.
La administración oral e intravenosa de cafeína se ha recomendado como opción terapéutica para la cefalea post-LP, a menudo como un esfuerzo para evitar el uso del tratamiento más invasivo del parche sanguíneo epidural. Se cree que el presunto mecanismo es el aumento de la vasoconstricción arterial cerebral, que da lugar a una disminución del flujo sanguíneo cerebral y del volumen sanguíneo en el cerebro. No se han realizado estudios controlados aleatorios bien diseñados y con la potencia adecuada para demostrar la eficacia de la cafeína. La información publicada sobre esta terapia procede de informes de casos o revisiones que citan un estudio de 1975.5 Los investigadores de ese estudio utilizaron un método de demanda doble ciego para evaluar la administración intravenosa de benzoato sódico de cafeína en 41 pacientes en los que había fracasado el tratamiento con medidas más conservadoras. Este estudio era limitado en el sentido de que el tamaño del estudio era pequeño, no controlaba los factores de riesgo conocidos, como el sexo y la edad, no incluía a pacientes sometidos a PL de diagnóstico y no investigaba ni correlacionaba la cantidad de ingesta diaria de cafeína antes de realizar la PL. Además, el brazo de placebo del estudio se cruzó con el brazo de tratamiento. Dadas estas limitaciones del único estudio que se cita sistemáticamente, las pruebas que apoyan el uso de la cafeína en el tratamiento de la cefalea post-LP siguen siendo débiles.débiles.
Tabla 1
Prevención
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Tamaño de la aguja: Halpern y Preston7
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Dirección del bisel: Flaatten et al8
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Sustitución del estilete: Strupp et al9
Tratamiento
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Parche sanguíneo epidural: Safa-Tisseront et al10
Los factores que han demostrado estar asociados a la cefalea post-LP incluyen el tamaño de la aguja, la orientación del bisel y la sustitución del estilete antes de retirar la aguja (recuadro).1,7,8,9,10 Los artículos de la literatura sobre anestesia han sugerido que el diseño de la aguja también está asociado, pero los datos de los artículos sobre LP diagnóstica son contradictorios y no han sido adecuados para evaluar este factor. Cuando se produce la cefalea, el parcheado de sangre epidural ha sido eficaz en el 85% al 98% de los pacientes y está indicado para aquellos con cefalea moderada o grave durante más de 24 horas.2 Se realiza inyectando lentamente de 10 a 20 mL de sangre del paciente en el espacio epidural lumbar en el mismo interespacio o en el interespacio inferior a la punción anterior. Aunque se podría intuir que el parcheado de sangre epidural alivia la cefalea post-LP al taponar el orificio dural mediante un efecto de masa, el mecanismo de acción real no está claro.6
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