Discusión
La incidencia de malestar posmenopáusico en mujeres, que ingresan en el servicio de urgencias, está aumentando.1 El síndrome genitourinario de la menopausia (GSM) es un nuevo término que describe diversos síntomas y signos de la menopausia asociados a cambios físicos de la vulva, la vagina y el tracto urinario inferior.2
El absceso vulvar es un problema ginecológico común que tiene el potencial de resultar en una enfermedad grave.3 Estos abscesos se originan típicamente como infecciones simples que se desarrollan en la piel vulvar o en los tejidos subcutáneos. La propagación de la infección y la formación de abscesos en la zona vulvar se ve facilitada por el tejido areolar suelto en las capas subcutáneas y la contigüidad de los planos fasciales vulvares con la ingle y la pared abdominal anterior. Los abscesos vulvares, incluidos los abscesos de la glándula de Bartolino, suelen ser infecciones polimicrobianas mixtas, compuestas principalmente por SARM, aerobios entéricos gramnegativos y anaerobios del tracto genital inferior femenino.4 La piel vulvar está colonizada por organismos que se encuentran en la piel y en la vagina y el recto. En los abscesos vulvares suelen aislarse Staphylococcus aureus, especies de estreptococos, Escherichia coli (E. coli) y otros organismos entéricos gramnegativos. Las bacterias anaerobias, como el Peptostreptococcus o los anaerobios productores de betalactamasas (Bacteroides fragilis) también pueden estar presentes en esta infección polimicrobiana.5 El SARM es el patógeno más común entre los abscesos vulvares que requieren incisión y drenaje.5 Los principios generales de tratamiento de los abscesos vulvares pueden diferenciarse en función de la aparición o ausencia de una cavidad abscesal asociada, los factores de riesgo de una enfermedad rápidamente progresiva, como la fascitis necrosante, y los signos sistémicos de la enfermedad. La Sociedad de Enfermedades Infecciosas de América publicó en 2014 unas directrices para el tratamiento de las infecciones de la piel y los tejidos blandos que ofrecen recomendaciones exhaustivas basadas en la evidencia y que se basan en una clasificación leve, moderada y grave y se organizan en función de la presencia o ausencia de un absceso purulento.6 Si se presenta un absceso con celulitis leve sin factores de riesgo, es razonable el tratamiento con antibióticos y la vigilancia en serie tras la incisión y el drenaje.5 Debido a la alta prevalencia del SARM, la cobertura antibiótica debe incluir este organismo.3 Investigaciones anteriores han documentado una alta susceptibilidad del SARM al trimetoprim-sulfametoxazol, que también proporciona cobertura a otros microbios comúnmente aislados de la vulva, como Proteus, E. coli y Streptococcus del grupo B.7 La duración de la terapia está guiada por la resolución de los síntomas.
La paciente que presenta una enfermedad inflamatoria de la piel en la vulva debe ser considerada de Liquen Escleroso (LS) que se refiere a una condición dermatológica benigna, crónica y progresiva caracterizada por una marcada inflamación, adelgazamiento epitelial y cambios dérmicos distintivos. El riesgo de carcinoma de células escamosas de la vulva es del 4% al 5%. El diagnóstico de LS se basa en la presencia de manifestaciones características, idealmente con confirmación histológica.8 La ezrina está ampliamente presente en la pared vaginal. Esto tiene implicaciones para la fuerza y la resistencia de esta estructura tubular y puede ser el caso en otros tejidos genitales internos.9 Aunque la composición de ácidos grasos omega-3 cambió en la dieta, la morfología epitelial vaginal no cambió. El estrógeno tuvo efecto sobre la célula vaginal, pero el ácido graso omega-3 no tuvo efecto sobre la ezrina y la merlina.10
En este informe de caso, aislamos Staphylococcus aureus del absceso de la vulva mayor en una mujer posmenopáusica, portadora de K. pneumoniae en la flora vaginal, con enfermedades subyacentes de bronquiectasias en LUL y atelectasias en RML. K. pneumoniae pertenece a la flora normal de la boca y el intestino humanos. Las infecciones por K. pneumonia suelen ser de origen hospitalario y se producen principalmente en pacientes con las defensas del huésped deterioradas. El paciente recibió antibióticos combinados con una terapia conservadora (sin incisión y drenaje) y un enfoque multidisciplinar con el departamento de infecciones. A partir de nuestro hallazgo en este caso y comparando con la literatura, se observaron dos puntos interesantes: un portador de K. pneumoniae en la flora vaginal y un absceso vulvar causado por SARM en una mujer posmenopáusica, lo cual es un informe de caso poco frecuente.
La literatura reciente confirma un aumento en la prevalencia de infecciones de piel y tejidos blandos por SARM adquiridas en la comunidad. El tratamiento hospitalario es más común en mujeres con comorbilidades médicas, abscesos más grandes y signos de enfermedad sistémica y el SARM fue el organismo más comúnmente aislado en mujeres con abscesos vulvares. Aunque el SARM adquirido en la comunidad es un organismo virulento, la mayoría de los SARM aislados eran sensibles al trimetoprim-sulfametoxazol. La vulva puede ser una zona especialmente susceptible de sufrir una infección por SARM en la piel y los tejidos blandos. El ginecólogo que evalúa a una paciente con un absceso vulvar debe considerar el SARM como causa. En poblaciones similares con abscesos vulvares debe iniciarse un régimen antibiótico con actividad contra el SARM, como el trimetoprim-sulfametoxazol.
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