Cuando el aire viaja por la superficie de la Tierra, a menudo se encuentran obstrucciones. Entre ellos se encuentran tanto características naturales de la Tierra, como montañas o colinas, como estructuras artificiales, como edificios y otras estructuras. Éstas interrumpen el flujo de aire en «remolinos», o áreas de turbulencia influenciadas por estas obstrucciones.
Cuando el aire húmedo y estable fluye sobre un remolino más grande, como los causados por las montañas, se forma una serie de ondas estacionarias a gran escala en el lado de sotavento de la montaña. Si la temperatura en la cresta de la onda desciende por debajo del punto de rocío local, la humedad del aire puede condensarse y formar nubes lenticulares. Bajo ciertas condiciones, pueden formarse largas cadenas de nubes lenticulares cerca de la cresta de cada ola sucesiva, creando una formación conocida como «nube de onda». Estos sistemas de ondas pueden producir grandes corrientes ascendentes, ocasionalmente suficientes para que el vapor de agua se condense y produzca precipitaciones.
Se ha dicho que las nubes lenticulares se confunden con ovnis; ya que muchas de estas nubes tienen la forma de un «platillo volante», con una característica forma de «lente» o lisa, «como un platillo». Dado que las nubes lenticulares no suelen formarse sobre terrenos bajos o planos, es posible que muchas personas no hayan visto nunca una y no sepan que pueden existir. A veces se ven colores brillantes (llamados iridiscencia) a lo largo del borde de las nubes lenticulares.
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