Aunque el Museo Británico suele acaparar toda la atención en los debates y discusiones sobre la devolución de los llamados mármoles de Elgin al Museo de la Acrópolis de Atenas, también hay «mármoles» del Partenón en el Louvre. Sólo hay dos piezas expuestas, y en la inmensidad del Louvre y su enorme colección clásica es fácil que pasen desapercibidas.

Parte del friso del Partenón, sección Este VII, 49-56.

Los «mármoles del Partenón» es un término colectivo que se ha aplicado a diversas esculturas realizadas en mármol que en su día adornaron el Partenón de la Acrópolis ateniense. Incluyen elementos escultóricos que formaban los frontones este y oeste, un friso que rodeaba la cámara interior del Partenón (la cella) y una serie de paneles o metopas que rodeaban el exterior del Partenón. El conjunto de estas esculturas se considera uno de los mejores ejemplos del arte griego clásico. Son, sin duda, las más famosas, principalmente porque a finales del siglo XVIII Lord Elgin retiró muchas de ellas de la Acrópolis y las llevó a Inglaterra, y ahora se exponen en el Museo Británico de Londres. Estas esculturas, que en su día se llamaron «mármoles de Elgin», están en el centro de uno de los debates culturales más importantes de nuestro tiempo: ¿deberían ser devueltas a Atenas?

De vez en cuando, el debate sobre los mármoles del Partenón aparece en los titulares. Normalmente, cuando alguien con un alto perfil público ofrece su opinión. A principios de este año, George Clooney y otros conocidos actores de Hollywood entraron en la contienda dejando claro su apoyo a la devolución de las esculturas del Partenón a Atenas. Muchas de estas intervenciones van y vienen; pero ese no fue el final de la participación de Clooney. A finales de septiembre, Clooney se casó con Amal Ramzi Alamuddin, una respetada abogada británica-libanesa afincada en Londres. La abogada de derechos humanos no ha perdido mucho tiempo en tomar el testigo, y recientemente se reunió con el ministro de Cultura griego para discutir las opciones legales de ese país.

Como partidario desde hace tiempo de la repatriación de las esculturas del Partenón a Atenas, espero que Amal Alamuddin Clooney, en colaboración con Geoffrey Robertson y Norman Palmer, dos abogados británicos expertos en restitución cultural, consiga resolver el debate cultural más célebre del mundo. Lamentablemente, no es todavía el momento de contener la respiración. Gran Bretaña, como es habitual, no ha respondido a ninguna solicitud de mediación. A pesar de la importancia de Gran Bretaña y del Museo Británico en este asunto, es bueno recordar que otros museos europeos también tienen piezas del Partenón en sus colecciones: el Museo del Louvre, el Vaticano, el Museo Nacional de Dinamarca, el Kunsthistorisches Museum de Viena, el Museo Universitario de Würzburg y la Glyptothek de Munich.

No se ha informado de si los fragmentos que se encuentran en estas otras instituciones europeas se mencionan o no en las discusiones, no obstante, todos ellos deberían ser devueltos a Atenas. La adquisición de estas otras piezas es tan problemática como la de los «mármoles de Elgin» por parte de Gran Bretaña. Y este es ciertamente el caso de las esculturas del Partenón que ahora se encuentran en el Louvre. Además de algunos fragmentos de metopas, el Louvre posee uno de los 114 bloques que componían el friso del Partenón y la décima metopa del Partenón, ambos expuestos actualmente.

Historia de los mármoles del Partenón en el Museo del Louvre

Nadie discute que la historia del Partenón es turbulenta: ha sido un lugar de contienda política durante siglos, y aún lo es. No es de extrañar, pues, que el Louvre, al igual que el Museo Británico, se centre en este turbulento pasado para justificar por qué las esculturas llegan a París y, lo que es más importante, por qué deben permanecer allí. Dejando a un lado los aciertos y los errores, lo que se desprende de esta historia es cómo la Acrópolis, al igual que otros lugares antiguos en ruinas del Mediterráneo oriental, fueron el terreno de juego de funcionarios británicos y franceses que competían entre sí para adquirir las mejores antigüedades.

En varios relatos oficiales, los detalles específicos que explican cómo llegaron los fragmentos a la colección del Louvre son contradictorios. Pero la historia general dice que las piezas fueron excavadas en 1788 y 1798 en el Partenón por Louis François Sébastien Fauvel, que trabajaba para el embajador francés en el Imperio Otomano, el Conde de Choiseul-Gouffier, con el permiso de los turcos. A su regreso a Francia, una metopa y un solo bloque del friso fueron incautados por los revolucionarios en 1792 por ser propiedad de un aristócrata. Cuando Choiseul-Gouffier pudo regresar a Francia, la metopa le fue devuelta, pero el bloque del friso se expuso al público en el Louvre en algún momento de 1798.

El barco que transportaba otra metopa de camino a Francia fue interceptado por los británicos. El objeto fue llevado a Inglaterra donde posteriormente fue comprado en subasta por Lord Elgin. Se sabe que Elgin y Choiseul-Gouffier competían entre sí por los objetos de la Acrópolis. Se dice que Elgin devolvió la metopa a Choiseul-Gouffier. Otros relatos sugieren que fue al Museo Británico en 1816 junto con las numerosas piezas que Elgin adquirió. Y a menudo estos relatos se confunden en un escenario imposible.

Sea cual sea el giro real de los acontecimientos, los registros del Louvre muestran que la décima metopa fue comprada en 1818 en la subasta de la colección personal de Choiseul-Gouffier tras su muerte en 1817.

El Friso del Partenón en el Museo del Louvre

Cuando se completó, el Friso del Partenón tenía 160 metros de longitud (114 bloques de aproximadamente 1,21 metros cada uno), y representaba dos líneas paralelas en procesión. El único bloque que se encuentra en el Louvre (fotografía superior) corresponde a la derecha del friso, en el lado oriental del templo. Los cuerpos de las dos figuras masculinas y de las seis femeninas están bastante bien conservados; todas las figuras femeninas, excepto tres, han perdido la cabeza. Este bloque representa el momento en que una de las dos procesiones está llegando a su fin, y se puede ver a los mariscales masculinos recibiendo a las mujeres.

El bloque del Louvre flanqueado por los bloques que ahora se encuentran en el Museo Británico.

La metopa del Partenón en el Louvre

Las metopas de la pared sur del Partenón cuentan la historia de la batalla entre centauros y lapitas que comenzó en la fiesta de bodas del rey lapita. Como ocurre con muchos mitos antiguos, hay diferentes versiones sobre el motivo de la batalla. Una versión culpa a los centauros borrachos, mientras que otra sugiere que los centauros estaban enfadados por haber sido excluidos de las festividades. En cualquier caso, los centauros lucharon con los lapitanos e intentaron secuestrar a las mujeres lapitanas. Los centauros se identifican fácilmente con sus torsos, brazos y cabezas humanas, así como con el cuerpo y las patas de un caballo.

La metopa del Louvre, la décima metopa del lado sur del Partenón, muestra a un centauro, ahora sin cabeza, raptando a una mujer lapita, también sin cabeza. Un fragmento del brazo derecho del Centauro ha sido recuperado desde que la metopa dejó la Acrópolis por Francia, y puede verse en el Museo de la Acrópolis unido a una reproducción de esta metopa en particular.

Metopa S-10, Museo del Louvre.

Reproducción con fragmento de mármol de la metopa S10, Museo de la Acrópolis.

Reproducción de la metopa S7, Museo de la Acrópolis.

La séptima metopa del lado sur representa a un centauro luchando con un hombre lapita. Esta metopa en particular es hoy una poderosa razón por la que creo que estas todas las esculturas del Partenón deberían ser reunidas en Atenas. El grueso de la metopa está en Londres, la cabeza del lapita en París y la del centauro en Atenas -y puede verse en la reproducción de la metopa en el Museo de la Acrópolis-.

Como arqueólogo experto en investigación y docencia en artes prehistóricas y antiguas, sigo buscando una explicación racional de por qué alguien piensa que estos tres fragmentos de la misma metopa deben seguir separados. Reunir fragmentos del pasado, tanto física como intelectualmente, es un aspecto de la empresa arqueológica. Un aspecto que debería ser celebrado y facilitado, no frustrado y negado.

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