Un paquete de media libra (226 gramos) de Limburger.

Una de las formas más tradicionales de comer limburger es el sándwich de limburger. Después de tres meses, cuando el queso ha madurado, se vuelve untable. El queso se suele untar con una capa gruesa (más de 0,5 cm o 0,2 pulgadas) en un pan de centeno 100% de textura firme, con una rodaja grande y gruesa de cebolla, y se suele servir con café negro fuerte o cerveza rubia. Como alternativa, se pueden cortar trozos o rodajas del queso de hasta 1,5 cm (0,6 pulgadas) de grosor y colocarlos en el sándwich.

Este sándwich sigue siendo muy popular entre los descendientes de los inmigrantes suizos y alemanes en el Medio Oeste de Estados Unidos, en lugares como Wisconsin y Ohio. A principios del siglo XX, los sándwiches de Limburger se convirtieron en un almuerzo popular para los trabajadores debido a su asequibilidad y sus cualidades nutritivas. Con frecuencia se acompañaban con un vaso de cerveza.

Sin embargo, es notablemente menos popular entre los descendientes nacidos después de 1960 aproximadamente, sobre todo por el olor penetrante y la incomodidad de ir a las tiendas especializadas en quesos y salchichas para conseguirlo.

En Wisconsin, el sándwich de Limburger se puede encontrar en los menús de ciertos restaurantes, acompañado de mostaza marrón. Existen diversas variaciones, como las que añaden mortadela, lechuga, tomate, nueces tostadas y utilizan pan blanco o francés. A veces se aclara o se quita la corteza del queso para reducir la cantidad de olor que desprende.

La hamburguesa y su olor característico son objeto frecuente de bromas. Las reacciones y las interpretaciones erróneas del olor del queso Limburger fueron gags utilizados en numerosos cortometrajes cómicos de los Looney Tunes, los Pequeños Traviesos y los Tres Chiflados. Además, el archienemigo de los Ratones Moteros de Marte se llama Lawrence Limburger, con un terrible olor corporal.

Un estudio que demuestra que el mosquito de la malaria (Anopheles gambiae) se siente atraído por igual por el olor a Limburger y por el olor de los pies humanos le valió el Premio Ig Nobel en 2006 en el área de biología. Los resultados del estudio se publicaron en la revista médica The Lancet el 9 de noviembre de 1996.

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