Estilo e innovación
Hay un hilo conductor en el desarrollo estilístico de Armani que está estrechamente relacionado con el cambio de la sociedad contemporánea. Llevó a la creación de prendas y accesorios que apuntaban a un estilo limpio y sencillo, más allá de la moda, diseñado para realzar la personalidad de quien lo llevaba. Cuando, en 1976, el diseñador presentó las primeras chaquetas desestructuradas para hombre, sin forro ni plancha, producto de años de experiencia en el diseño de la producción, pretendían reducir los costes de mano de obra y simplificar la confección. Pero al introducirlas, Armani abrió una tercera vía en la ropa masculina, una alternativa al enfoque tradicional de la sastrería inglesa y a las expectativas asociadas a la ropa italiana a medida, realizando una síntesis innovadora entre la ropa formal y la ropa deportiva suelta y flexible. Con la invención del blazer usado como jersey, Armani ofreció a los hombres una nueva identidad que rechazaba las rígidas divisiones profesionales y les permitía presentarse como jóvenes, atractivos y vagamente femeninos. Calificado como el «primer diseñador posmoderno» por varios periódicos italianos, por sus prendas radicalmente desestructuradas, Armani no había hecho más que suavizar la ropa masculina y hacer que la femenina fuera más concisa y moderna, transformando los cambiantes roles sociales en un «look Armani», haciendo que el aspecto informal tuviera autoridad.
El reconocimiento oficial de su fama llegó en 1982, cuando apareció en la portada de la revista Time, siendo el segundo diseñador de moda, después de Christian Dior, en hacerlo. Armani había liberado a las mujeres de sus rígidos trajes, dotándolas de suaves chaquetas sin cuello y de cómodos pantalones. Aunque al principio eran algo severos, como si pretendieran ayudar a las mujeres en su ascenso hacia la credibilidad profesional, estos trajes realzaban en gran medida un tipo de feminidad que, al no ser ostentosa, era en definitiva más real. Armani buscaba establecer una imagen de mujer fuerte pero no dura (una mezcla de las estrellas de cine Greta Garbo y Marlene Dietrich en la vestimenta moderna) y que podía ser práctica e indispensable, además de glamurosa. Con el paso del tiempo, la chaqueta ha seguido siendo la pieza central del vestuario de Armani, cambiando año tras año mediante el uso de nuevos materiales, nuevas proporciones y nuevos colores. Para Armani, el «greige» (entre el gris y el beige) de 1997 seguía siendo el elemento más típico de una paleta centrada a menudo en tonos blancos y negros, suaves tonos tierra, azules empolvados y ocasionales estallidos inesperados de color.
La búsqueda de tejidos siempre ha sido uno de los elementos distintivos de las colecciones de Armani para hombre y mujer, convirtiéndose en un elemento de diseño clave en 1986, junto con los bordados y la vuelta a la ropa de noche que propició. Aquí el look era precioso y exclusivo, pero siempre en clave minimalista, desmitificado mediante el uso de zapatos de tacón bajo o zapatillas deportivas. Atento analista de las culturas del pasado y de las influencias orientales, la ropa de Armani nunca ha sido un collage de ideas banales. A lo largo de su carrera siempre ha conseguido ofrecer nuevas imágenes de cómo se visten los hombres y las mujeres y traducir los patrones elegantes y decorativos en un estilo único pero accesible.
Véase también Cine y moda; Moda italiana; Chaqueta; Prêt-à-porter; Chaqueta deportiva.
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