Franklin y Eleanor Roosevelt tuvieron cinco hijos y una hija, aunque un hijo murió en la infancia. FDR no se implicó mucho en la crianza de sus hijos, en parte porque estaba muy ocupado con su trabajo. Pero también creía que la crianza de los hijos era tarea de su esposa (o de la niñera de la familia). Cuando FDR llegó a la Casa Blanca en 1933, su hija mayor, Anna, tenía más de veinte años y su hijo menor, John, estaba al final de la adolescencia. No obstante, los hijos desempeñaron papeles importantes en la vida de su padre mientras era presidente, ofreciéndole consuelo emocional, atendiendo a las necesidades físicas de un hombre marchito por la poliomielitis y, en algunos casos, ayudándole a ejecutar sus tareas diarias como jefe del gobierno de los Estados Unidos.

Anna se trasladó a la Casa Blanca en 1933 mientras pasaba por el divorcio de su primer marido y se quedó más de un año. En 1943, regresó a la Casa Blanca para servir como asistente confidencial de su padre. Le acompañó a la Conferencia de Yalta en 1945 y estaba con él en Warm Springs, Georgia, en abril de 1945, cuando sufrió un ataque mortal. El hermano de Anna, James (el segundo hijo mayor), supervisó la campaña presidencial de su padre en Massachusetts en 1932 y posteriormente fue asistente (y más tarde secretario) de su padre en 1937. James permaneció en la Casa Blanca menos de un año, y se marchó por el estrés que suponía su trabajo y porque los adversarios políticos de FDR le acusaron de haber recibido su puesto por mero amiguismo. Durante la guerra, James se alistó en los Marines, mientras que sus hermanos John y Franklin se alistaron en la Marina. Su otro hermano, Elliott, sirvió en las Fuerzas Aéreas.

La vida de Roosevelt en la Casa Blanca se vio consumida en gran medida por las pesadas tareas de dirigir a los Estados Unidos durante la Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el Presidente encontró tiempo para relajarse. Le gustaba coleccionar sellos, observar aves, jugar a las cartas o nadar en la piscina que había construido en la Casa Blanca. FDR era un hombre muy sociable que disfrutaba de la compañía de los demás, y organizaba cada día una hora de cóctel para los miembros de su círculo íntimo. Recibía regularmente en la Casa Blanca a amigos y conocidos, así como a aliados políticos y dignatarios visitantes.

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