Una carte-de-visite1 de la camisa de Maximiliano de Habsburgo (Fig. 1) formaba parte de una serie sobre el tema de la ejecución del antiguo emperador que circuló por América y Europa tras su muerte en México en 1867.2 La serie incluía imágenes del cadáver de Maximiliano, de sus efectos personales ensangrentados por la ejecución y de los lugares asociados a su muerte.3 La carte-de-visite de la camisa que llevaba Maximiliano en el momento de la ejecución se vendió ampliamente en el mercado comercial y es de especial interés no sólo por su temática, sino también por su posible uso. Ciudadanos de muchos países a ambos lados del Atlántico adquirieron objetos como éste, tanto si se oponían al régimen del emperador como si lo apoyaban. Como icono de la ejecución, la carte-de-visite de la camisa de Maximiliano cumplía varias funciones. En primer lugar, satisfacía el interés sensacionalista del acontecimiento político. En segundo lugar, sirvió como objeto de luto, ofreciendo a los vivos conexiones visuales y táctiles con el difunto para ayudar en el proceso de duelo. Por último, la carte-de-visite de la camisa de Maximiliano puede haber funcionado en el contexto religioso mexicano como una reliquia u objeto de reverencia.

La fotografía de la camisa de Maximiliano tiene el aire de un objeto de luto. En el siglo XIX, las cartes-de-visite solían mostrar retratos post-mortem y se asociaban a las prácticas de duelo. Los deudos utilizaban los soportes y álbumes de carte-de-visite para conservar y admirar los recuerdos no fotográficos, como la ropa, las joyas, el pelo y los objetos que habían estado en contacto con el cuerpo del difunto4 . La carte-de-visite de la camisa de Maximiliano invita a este tipo de mirada. La camisa es el centro de la composición; es un objeto solitario que representa la vida y la muerte del emperador, y proporciona los detalles de su ejecución por el pelotón de fusilamiento. El fotógrafo no se limitó a documentar el acontecimiento; su retrato de la camisa confrontó al espectador con la evidencia de la muerte del emperador en forma de las balas y la pólvora del verdugo, y la sangre que brotó del cuerpo de Maximiliano en sus últimos momentos de vida. La amplia difusión de la imagen la hizo accesible a un gran público con diversas afiliaciones políticas y sociales. Al contemplar la fotografía de la camisa, un espectador republicano podía celebrar el fallecimiento de Maximiliano, mientras que un monárquico podía sentir simpatía por Maximiliano y unirse al proceso de duelo. La disponibilidad, la asequibilidad y el tema de la carte-de-visite de la camisa de Maximiliano facilitaban cualquiera de las dos funciones.

Además del interés por las fotografías de los efectos de Maximiliano, los mexicanos contemporáneos de diversas filiaciones políticas estaban fascinados con los recuerdos de su ejecución. Las memorias escritas sobre el Segundo Imperio Mexicano (1864-67) atestiguan la búsqueda de reliquias de los restos de Maximiliano; las multitudes en Querétaro rasgaron el pelo y la ropa del difunto emperador y mojaron sus pañuelos en su sangre.5 La carta de visita puede haber sido interpretada como una reliquia en sí misma. La representación en forma de retrato de la camisa sugiere una transferencia de poder de la camisa real a su imagen.6 En México, es difícil pensar en imágenes transferidas y tejidos imbuidos de poder sin recordar a la Virgen de Guadalupe, la patrona del país.7 La reliquia más sagrada de la Virgen es la tilma o manto del campesino indígena Juan Diego, sobre la que la Virgen transfirió su imagen, saturando la tela con la presencia visible de lo divino. Los espectadores del siglo XIX también creían que las imágenes fotográficas contenían algún aspecto del espíritu del retratado, capturado a través de la exposición, al igual que la imagen de la Virgen de Guadalupe y parte de su esencia fueron capturadas en la tilma de Juan Diego.8

El retrato fotográfico ocupaba un lugar importante en el contexto privado de los hogares mexicanos. La fotografía dio un carácter surrealista a los altares familiares, pequeños centros de devoción en el hogar que crecieron en popularidad en el siglo XIX, donde las familias podían exhibir objetos ancestrales, sagrados o significativos. Junto a las imágenes de la Virgen, los retratos postmortem de los miembros de la familia se colocaban en estanterías o mesas con velas, rosarios, flores y reliquias. Para los miembros vivos de la familia, se consideraba que estos últimos objetos estaban dotados de lo divino, al igual que se consideraba que las fotos contenían alguna presencia de la persona fallecida cuyo cuerpo había pasado a mejor vida.9

En un contexto religioso mexicano, la imagen trasladada de la camisa de Maximiliano invitaba a usos similares a los de las reliquias originales. La práctica mexicana del siglo XIX de colocar cuadros y otros objetos en los altares de las casas, y el carácter icónico de la carte-de-visite de la camisa de Maximiliano, sugieren un nuevo contexto para las fotografías políticas en México. No habría sido sorprendente encontrar cartes-de-visite asociadas al emperador en altares domésticos de la época, ya que habrían llevado la esencia del original al hogar del doliente. En general, las cartes-de-visite de Maximiliano subrayan la importancia de las fotografías en el México de mediados y finales del siglo XIX. La fotografía no sólo sirvió para fines propagandísticos, sino que también desempeñó un papel en los rituales cotidianos de la vida -permitiendo a los ciudadanos promedio tener un pedazo de historia y conectarse con los eventos y personas de su tiempo.

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