¡Lleguemos a esos rojos rubíes maduros listos para comer!
¿Hay algo más veraniego por excelencia que una cesta de fresas recién recogidas? Sin embargo, antes de morder uno de estos jugosos bocados, querrás asegurarte de que limpias adecuadamente la fruta para garantizar que tú y tu familia no consumís ningún tipo de suciedad, bichos o productos químicos innecesarios antes de hornearla en una deliciosa tarta de fresas o combinarla con ruibarbo para hacer la tarta perfecta.
El único momento en el que hay que renunciar a la preparación de los alimentos
En primer lugar, no laves las fresas hasta que estés listo para cocinar con ellas o comerlas. Las fresas tienen una cualidad esponjosa que hace que succionen toda la humedad posible, lo que significa que si lavas tus bayas con antelación y luego las guardas, se repondrán mucho más rápido.
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Mantenga la sencillez
Si está comprando bayas orgánicas de un mercado de agricultores o de otra fuente local, sólo tiene que enjuagarlas en agua fría antes de ponerlas en un paño de cocina o de papel para que se sequen. Después, ya está listo para cortarlas, hornearlas o llevárselas a la boca.
Limpiarlas con un lavado de vinagre
Si compra las fresas en el supermercado, y especialmente si han sido cultivadas de forma convencional utilizando pesticidas, querrá tomar algunas medidas más antes de consumirlas. Las fresas son uno de los cultivos convencionales más rociados que existen, y querrá minimizar la cantidad de pesticidas que usted y su familia están consumiendo. Además, el viaje desde la gran granja hasta el estante del supermercado es largo, y sus bayas han sido manipuladas por muchas personas diferentes y expuestas a distintas condiciones. No hace falta decir que merece la pena dedicar unos minutos más a asegurarse de que la fruta está limpia.
Para eliminar la suciedad y los productos químicos de las bayas, llene un bol grande con cuatro partes de agua y una parte de vinagre blanco. Coloca las bayas en el cuenco para que queden completamente sumergidas con el lavado de vinagre, y remójalas durante 20 minutos. Enjuague bien la fruta bajo el agua fría y séquela con un paño o toallas de papel. No te preocupes, no quedará ni una pizca de vinagre, sólo el sabor dulce y perfectamente ácido del verano.
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