Los padres a menudo se preguntan si es normal que su hijo babee. Es posible que notes que los juguetes de tu hijo están cubiertos de saliva después de jugar, o que notes el cuello de la camisa empapado a lo largo del día. La

respuesta corta a la pregunta «¿es normal que babee?» es «a veces». En ciertos momentos del desarrollo de tu hijo, el babeo es completamente típico. En otros momentos de su desarrollo, es atípico y puede requerir una mayor intervención.

Etapas del desarrollo del babeo:

Según Morris & Klein en Pre-Feeding Skills, Second Edition, se pueden esperar las siguientes etapas de babeo a medida que su hijo se desarrolla:

  • Uno – tres meses: De uno a tres meses de edad, el babeo es poco frecuente cuando su hijo está en posición supina o reclinada (tumbado boca arriba), aunque puede observarse algo de babeo cuando está en posición prona o sentado con apoyo.
  • Seis meses: A los seis meses de edad, el babeo está más controlado cuando tu hijo está en posición supina, boca arriba o sentado. Puede notar el babeo cuando su hijo balbucea o utiliza las manos para jugar, señalar o alcanzar objetos. También puede notar el babeo cuando a su hijo le están saliendo los dientes o como respuesta a la ingesta de determinados alimentos.
  • Nueve meses: A los nueve meses de edad, el babeo rara vez se produce durante las actividades motoras gruesas, como gatear o rodar. Es posible que siga notando el babeo en respuesta a la dentición.
  • Quince meses: A los quince meses de edad, el babeo rara vez se produce durante las actividades de motricidad gruesa, como caminar y correr, aunque puede notar algo de babeo durante las tareas de motricidad fina, como apilar bloques o manipular objetos. También puede continuar en respuesta a la dentición.
  • Dieciocho meses: A los dieciocho meses de edad, su hijo ya no babea cuando intenta realizar tareas de motricidad fina. El babeo puede producirse durante la alimentación, el vestido, el juego o la dentición.
  • Veinticuatro meses: A los veinticuatro meses de edad, el babeo notorio es mínimo.
    • Por qué los niños babean:

      La saliva cumple muchas funciones necesarias. Ayuda a unir los alimentos mientras comemos, lo que es importante para una deglución segura. La saliva también ayuda a la digestión de los alimentos y a mantener limpia nuestra cavidad bucal. Para el niño medio, la pérdida innecesaria de saliva se detiene alrededor de los 4 años. Para otros niños, sin embargo, puede ser excesiva.

      Según Morris & Klein en Pre-Feeding Skills, Second Edition, las siguientes causas posibles del exceso de babeo podrían ser:

      • La dentición, que da lugar a una mayor producción de saliva.
      • Poca conciencia sensorial oral, que da lugar a una disminución de la activación de la deglución. Si la cara de un niño está constantemente mojada, puede ser menos sensible a las señales sensoriales que indican la necesidad de tragar.
      • Una postura constante de boca abierta, que impide que la saliva se acumule y desencadene la deglución según sea necesario.
      • Dificultad para tragar de forma eficiente, lo que puede deberse a un mal control de la cabeza y el tronco, a una mala estabilidad de la mandíbula o a un aumento o disminución del tono muscular de los labios.
      • Una respuesta a ciertos alimentos.
      • Una respuesta a actividades motoras que requieren equilibrio.
      • Un posible efecto secundario de medicamentos específicos.

      Cómo ayudar a su hijo si babea en exceso:

      Si se siente preocupado por la frecuencia y la cantidad de babas, busque ayuda de un logopeda, un terapeuta de alimentación o un terapeuta ocupacional con licencia. El terapeuta de su hijo le ayudará a determinar la causa subyacente del babeo de su hijo y las intervenciones específicas.

      Las intervenciones terapéuticas podrían incluir lo siguiente:

      • Aumentar la conciencia oral-sensorial para ayudar a su hijo a evaluar mejor cuándo tiene la cara o la boca húmeda.
      • Mejorar el control de la cabeza y el tronco para lograr un mejor control de la deglución eficiente.
      • Mejorar el control oral-motor (es decir.e. labios, mejillas, mandíbula) para gestionar mejor la saliva y la deglución eficiente.
      • Ayudar a su hijo a conseguir una postura de boca cerrada.
      • Mejorar la capacidad de su hijo para tragar.
      • Enseñar a su hijo conceptos como «húmedo» y «seco».
      • Al trabajar con un profesional autorizado, puede eliminar la incertidumbre que pueda sentir y encontrar respuestas a sus preguntas. Y lo que es más importante, su hijo recibirá la ayuda que necesita para controlar mejor cuánto babea.

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