Las personas agresoras, incluyendo a los agresores sexuales, suelen pensar que son únicas, realmente tan diferentes de las demás personas que no tienen que seguir las mismas reglas que todos los demás. En lugar de ser únicos, los abusadores y los agresores sexuales tienen mucho en común entre sí, incluyendo sus patrones de pensamiento y comportamiento. Algunas de sus características son:
Educación
En lugar de aceptar la responsabilidad de sus acciones, el agresor sexual intenta justificar su comportamiento. Por ejemplo, «Me molestaron de niño» o «Estaba borracho cuando lo hice» o «Cuando ella dijo que no, pensé que quería decir que sí»
Culparse
El agresor sexual desplaza la responsabilidad de sus acciones de sí mismo a los demás, un cambio que le permite culpar a la otra persona por «causar» su comportamiento. Por ejemplo, «Ella estaba actuando de forma provocativa».
Redefinición
En una variación de la táctica de culpar, el agresor sexual redefine la situación para que el problema no recaiga en él sino en el mundo exterior en general. Por ejemplo, «Es culpa de la sociedad».
Fantasías de éxito
El agresor sexual cree que sería rico, famoso o extremadamente exitoso en otros términos si sólo la gente no lo frenara. Utiliza esta creencia para justificar su agresión. El agresor sexual también menosprecia verbalmente a otras personas para sentirse superior.
Mentir
El agresor sexual utiliza las mentiras para controlar la información disponible y, por tanto, para controlar la situación. El agresor sexual también puede utilizar la mentira para mantener a otras personas, incluida su víctima, fuera de equilibrio psicológico. Por ejemplo, trata de parecer veraz cuando está mintiendo, trata de parecer engañoso incluso cuando está diciendo la verdad, y a veces se revela en una mentira obvia.
Asumir
Los agresores sexuales a menudo asumen que saben lo que otros están pensando o sintiendo. Su suposición les permite justificar su comportamiento porque «saben» lo que la otra persona pensaría o haría en una situación determinada. Por ejemplo, «Me di cuenta de que ella quería que lo hiciera».
Sobre las reglas
Como se mencionó anteriormente, un delincuente sexual generalmente cree que es mejor que otras personas y por lo tanto no tiene que seguir las reglas que la gente común hace. Esa actitud también es típica de los delincuentes convictos. Cada recluso de una cárcel suele creer que mientras todos los demás reclusos son delincuentes, él no lo es. Un delincuente sexual muestra un pensamiento «por encima de las normas» cuando dice, por ejemplo, «no necesito asesoramiento. Nadie sabe tanto de mi vida como yo. Puedo dejar de hacerlo cuando quiera».
Embaucando a los demás
El agresor sexual combina tácticas para manipular a los demás. Las tácticas incluyen mentir, molestar a la otra persona sólo para ver sus reacciones, y fomentar las peleas entre los demás. O bien, puede intentar encantar a la persona que quiere manipular, fingiendo mucho interés o preocupación por esa persona para caerle bien.
Fragmentación
El agresor sexual suele mantener su conducta agresiva separada del resto de su vida, física y psicológicamente. Un ejemplo de separación física es que el agresor agreda sexualmente a miembros de su familia pero no a personas ajenas a ella. Un ejemplo de separación psicológica es que el agresor asista a la iglesia el domingo por la mañana y agreda sexualmente a su víctima el domingo por la noche. No ve ninguna incoherencia en su comportamiento y se siente justificado por ello.
Minimizar
El agresor sexual elude la responsabilidad de sus actos intentando hacerlos parecer poco importantes. Por ejemplo: «No era para tanto» o «Ella lo quería de todas formas».
Ira
Los agresores sexuales no están realmente más enfadados que otras personas. La ira es una herramienta que utilizan los delincuentes. Aparentan estar enfadados deliberadamente para controlar situaciones y personas.
Juegos de poder
El agresor sexual utiliza varias tácticas para superar la resistencia a su acoso. Por ejemplo, reprende a la víctima, llamándola «burlona», «zorra», etc. Si tienen amigos o conocidos en común, puede organizar a los demás para que la rehúyan o la critiquen por atreverse a «acusarle» de violación o agresión sexual.
Jugar a la víctima
Ocasionalmente, el agresor sexual finge estar indefenso o se hace el perseguido para manipular a la víctima para que le acompañe o se quede con él. En este caso, el agresor piensa que si no consigue lo que quiere, él es la víctima; y utiliza el disfraz de víctima para atacar o ridiculizar a los demás.
Drama y emoción
Los agresores sexuales toman la decisión de no tener relaciones estrechas con otras personas. Sustituyen la cercanía por el drama y la excitación. Los delincuentes encuentran excitante ver a los demás enfadarse, meterse en peleas o estar en un estado de alboroto general. A menudo, utilizarán una combinación de las tácticas descritas anteriormente para crear una situación dramática y excitante.
Canal cerrado
El agresor sexual no revela mucho sobre sus verdaderos sentimientos, y no está abierto a nueva información sobre sí mismo, como por ejemplo la percepción de cómo le ven los demás. Es reservado, cerrado de mente y santurrón. Cree que tiene razón en todas las situaciones.
Propiedad
El agresor sexual suele ser muy posesivo. Además, cree que todo lo que quiere debe ser suyo, y todo lo que es suyo lo puede hacer como quiera. Esta actitud se aplica tanto a las personas como a las posesiones. Justifica su comportamiento controlador, su comportamiento físicamente abusivo y el hecho de tomar las posesiones de los demás.
Auto-Glorificación
El agresor sexual suele pensar en sí mismo como fuerte, superior, independiente, autosuficiente y muy masculino. Su idea del hombre ideal suele ser del tipo vaquero o aventurero. Cualquier acción o actitud percibida de otra persona que no se ajuste a su glorificada autoimagen es vista como un menosprecio.
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