En el actual debate sobre la reforma sanitaria en Estados Unidos, los defensores de la cobertura universal asegurada por el gobierno asumen que la atención sanitaria es un derecho. Aunque esta postura es políticamente popular, a veces se ve cuestionada por una visión restringida de los derechos, popular entre los libertarios y los individualistas. La visión restringida de los derechos sólo acepta los derechos «negativos» como derechos legítimos. Los derechos negativos, según el argumento, no te obligan a proporcionar bienes a otras personas y, por tanto, respetan tu derecho a conservar los frutos de tu trabajo. Una enumeración clásica de derechos negativos incluye la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Los derechos positivos, por el contrario, te obligan a proporcionar bienes a los demás o a pagar impuestos que se utilizan con fines redistributivos. La asistencia sanitaria entra en la categoría de los derechos positivos, ya que su prestación por parte del gobierno requiere el pago de impuestos y, por tanto, la redistribución. Por lo tanto, los libertarios o individualistas podrían argumentar que la asistencia sanitaria no puede ser un verdadero derecho. Este documento rechaza la distinción entre derechos positivos y negativos. De hecho, la protección de los derechos positivos y negativos puede imponer obligaciones a los demás. Además, debido a su papel en la protección de la igualdad de oportunidades, la asistencia sanitaria puede estar vinculada a los derechos a la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. Por lo tanto, hay buenas razones para creer que la asistencia sanitaria es un derecho humano y que debe garantizarse el acceso universal. También se discute la aplicación práctica, por parte de gobiernos y organizaciones no gubernamentales, de varios de los argumentos presentados en este documento.
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