Por otra parte, poseen un margen muy bajo de tolerancia frente a las frustraciones, lo que los lleva a volverse obstinados y persistentes para conseguir sus objetivos sí o sí. En lo que respecta a sus estados de ánimo, suelen ir de momentos de intensa alegría a llanto descontrolado, mostrando un desequilibrio emocional muy fluctuante.

Still dividió este trastorno en varias etapas, donde cada una se caracteriza por mostrar actitudes particulares:

*Desde los 0 a los 2 años: Pueden notarse problemas en el ritmo del sueño y mientras el niño se está alimentando. Sobresaltos, resistencia a los normales cuidados, irritabilidad, etc.
*Desde los 2 hasta los 3 años: Dificultades para expresarse, una actividad excesiva y poca conciencia de las situaciones de peligro, suelen sufrir numerosos accidentes.
*De los 4 a los 5 años: Manifiestan claras complicaciones para adaptarse a un grupo, desobedecen sistemáticamente y tienen dificultades para respetar los límites.
*Desde los 6 años en adelante: Presentan una gran impulsividad y problemas de aprendizaje causados por el déficit de atención. Además muestran problemas para relacionarse.

El tratamiento para la hiperactividad depende de cada situación individual, hay casos más complejos que otros, y sólo en casos extremos se recurre a estimulantes y otro tipo de complementos farmacológicos que ayuden al niño a concentrarse mejor. Por sobre todas las cosas, se recomienda que los niños con hiperactividad, sean supervisados a través de un tratamiento psicoterapéutico que los ayude a mejorar no sólo en su concentración sino también en el trato con el resto de las personas, a fin de brindarle una vida más saludable. Existen además otro tipo de tratamientos orientados a lo cognitivo, que buscan recuperar en el niño el deseo de aprender y de dedicarse a algo con especial atención, y mejorar su comunicación con el entorno.

Es importante destacar por último, que la hiperactividad propicia problemas en el aprendizaje y se vincula a diversas alteraciones psicológicas, como el desarrollo de fobias, problemas de autoestima, ansiedad crónica o hasta depresión. Por todo esto, es primordial que los niños hiperactivos reciban un tratamiento adecuado para canalizar correctamente la energía.

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