El aloe es una planta suculenta originaria del sur y este de África. Se utiliza desde hace más de 4.000 años con fines medicinales y está disponible en más de 400 variedades. El aloe es una planta de interior común, resistente y que requiere pocos cuidados. Es susceptible de sufrir la podredumbre de las raíces, o pythium, cuando se planta en interiores. Para evitar esta enfermedad, hay que regar con cuidado. Los tallos de la planta se decoloran por la combinación de un exceso de humedad y un hongo en el suelo. Cuando esto ocurre, es posible revivir la planta.
- El aloe es una planta suculenta originaria del sur y el este de África.
- Los tallos de la planta se decolorarán por una combinación de demasiada humedad y un hongo en el suelo.
Saque la planta de aloe del recipiente de la maceta. Deseche toda la tierra de alrededor de la base de la raíz y la tierra que queda en la maceta. Lave la maceta en una mezcla de lejía de una parte de lejía y nueve partes de agua para esterilizar el recipiente para su uso futuro. Deje que la maceta se seque al aire.
Puede los tallos muertos de la planta de aloe con las tijeras de podar. Corte cerca de la base de la planta. Retire los trozos podridos del sistema radicular, cortándolos lejos del cepellón existente. Pode hasta que haya desechado todos los trozos muertos y enfermos de la planta.
- Saque la planta de aloe de la maceta.
- Pulsa los tallos muertos de la planta de aloe con las tijeras de podar.
Rellena el recipiente con tierra fresca esterilizada para evitar que vuelvan los hongos. No aplique abono a la tierra. Las raíces volverán a un patrón de crecimiento normal más rápidamente si sólo hay tierra en la maceta.
Cave un agujero en el centro de la maceta a la misma profundidad a la que estaba la planta antes, utilizando una pala de mano. No entierre demasiado la planta en la tierra. Reafirme la tierra alrededor de la base de la planta, pero no la apriete. Esto impedirá que el aire llegue al sistema de raíces, lo que provocará un crecimiento deficiente.
- Rellene el recipiente con tierra fresca esterilizada para evitar que el hongo vuelva a aparecer.
Riegue bien la planta, hasta que el exceso de agua empiece a escurrir por el fondo de la maceta. Deje que la tierra se seque completamente entre riegos para evitar que las raíces se pudran en el futuro. Riegue cuando la tierra esté seca, dejando que el exceso escurra por el fondo de la maceta. Coloque la maceta en una zona bien iluminada para un crecimiento óptimo.
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