Sembrar el cielo
La técnica de modificación del tiempo más utilizada es probablemente la siembra de nubes, que consiste en cebar las nubes con partículas de yoduro de plata. Una vez que esas partículas de yoduro de plata se abren paso en una nube madura, chocan con gotas de agua sobreenfriada y forman hielo; el hielo cae entonces al suelo, derritiéndose por el camino. A pesar de su dudosa reputación, la nueva ciencia sugiere que, en las circunstancias adecuadas, la siembra de nubes funciona. Como dijo Roelof Bruintjes, físico del Centro Nacional de Investigación Atmosférica, a Dan Baum para su reciente artículo sobre la siembra de nubes del Scientific American de julio, «las pruebas son sólidas de que, en determinadas condiciones, podemos aumentar las precipitaciones entre un 10 y un 15%.»
Los cohetes de lluvia
Los aviones no son la única forma de sembrar nubes. El programa de modificación meteorológica masiva de China incluye una batería de 5.000 lanzadores de cohetes, que disparan partículas a las nubes hinchadas en un intento de atraer la lluvia.
El Zapper de la Atmósfera
En Abu Dhabi la empresa Meteo Systems está intentando arrancar la lluvia del cielo con electricidad. La teoría es que las torres electrificadas con forma de paraguas pueden enviar partículas cargadas negativamente al aire, aumentando la posibilidad de que las gotas sobreenfriadas choquen con los núcleos de congelación, convirtiéndose así en lluvia. Los expertos, sin embargo, son muy escépticos.
Bombas rompehielos
Los viticultores franceses y otros agricultores llevan mucho tiempo utilizando cañones de granizo para intentar salvar su fruta de los daños de las tormentas. Cada pocos segundos, una explosión en la cámara inferior del cañón envía una fuerte explosión hacia el cielo; la idea es que las ondas de choque resultantes romperán el hielo antes de que llegue al suelo. Por supuesto, hay pocas pruebas de que los cañones de granizo funcionen realmente.
Conduciendo el rayo
Aunque parezca improbable, investigadores de todo el mundo han intentado redirigir el rayo cogiendo un cable largo, atando un extremo al suelo y el otro a un cohete, y luego disparando el cohete hacia una tormenta. Otros avances más recientes y prometedores son las investigaciones de la Universidad de Arizona en Tucson, que demuestran que los láseres de alta intensidad podrían redirigir los rayos.
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