Vicki Botnick, terapeuta matrimonial y familiar licenciada (LMFT) en Tarzana, California, explica que las personas se identifican con el rol de víctima cuando «viran hacia la creencia de que todos los demás causaron su miseria y nada de lo que hagan hará una diferencia.»
Esto les hace sentirse vulnerables, lo que puede dar lugar a emociones y comportamientos difíciles. He aquí un vistazo a algunos de ellos.
Evitar la responsabilidad
Una señal principal, sugiere Botnick, es la falta de responsabilidad.
Esto puede implicar:
- Culpar a otros
- Poner excusas
- No asumir la responsabilidad
- Reaccionar ante la mayoría de los obstáculos de la vida con un «No es mi culpa»
- «Todo lo malo me pasa a mí.»
- «No puedo hacer nada al respecto, así que ¿para qué intentarlo?».
- «Me merezco las cosas malas que me pasan»
- «Nadie se preocupa por mí»
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- frustradas y enfadadas con un mundo que parece estar en su contra
- sin esperanza de que sus circunstancias nunca cambien
- heridas cuando creen que los seres queridos no se preocupan
- resentidas con las personas que parecen felices y exitosas
- explosiones de ira
- depresión
- aislamiento
- soledad
Las cosas malas realmente suceden, a menudo a personas que no han hecho nada para merecerlas. Es comprensible que las personas que se enfrentan a una dificultad tras otra empiecen a creer que el mundo va a por ellos.
Pero muchas situaciones implican diversos grados de responsabilidad personal.
Considere la pérdida del empleo, por ejemplo. Es cierto que algunas personas pierden su trabajo sin una buena causa. También suele ocurrir que ciertos factores subyacentes juegan un papel.
Alguien que no tiene en cuenta esas razones puede no aprender ni crecer de la experiencia y podría acabar enfrentándose de nuevo a la misma situación.
No buscar posibles soluciones
No todas las situaciones negativas son completamente incontrolables, aunque lo parezcan al principio. A menudo, hay al menos alguna pequeña acción que podría conducir a una mejora.
Las personas que vienen de un lugar de victimización pueden mostrar poco interés en tratar de hacer cambios. Pueden rechazar las ofertas de ayuda, y puede parecer que sólo están interesados en sentir lástima por sí mismos.
Pasar un poco de tiempo revolcándose en la miseria no es necesariamente insano. Esto puede ayudar a reconocer y procesar las emociones dolorosas.
Pero este período debe tener un punto final definido. Después de eso, es más útil comenzar a trabajar hacia la curación y el cambio.
Sentimiento de impotencia
Muchas personas que se sienten víctimas creen que carecen de poder para cambiar su situación. No disfrutan sintiéndose oprimidos y les encantaría que las cosas fueran bien.
Pero la vida les sigue lanzando situaciones que, desde su perspectiva, no pueden hacer nada para salir adelante o escapar.
«Es importante tener en cuenta la diferencia entre ‘no querer’ y ‘no poder'», dice Botnick. Explica que algunas personas que se sienten víctimas toman la decisión consciente de desviar la culpa y ofenderse.
Pero en su práctica, ella trabaja más comúnmente con personas que experimentan un dolor psicológico profundamente arraigado que hace que el cambio parezca realmente imposible.
Autoconversación negativa y autosabotaje
Las personas que viven con una mentalidad de víctima pueden interiorizar los mensajes negativos sugeridos por los retos a los que se enfrentan.
Sentirse víctima puede contribuir a creencias como:
Cada nueva dificultad puede reforzar estas ideas poco útiles hasta que estén firmemente arraigadas en su monólogo interior. Con el tiempo, la autoconversación negativa puede dañar la resiliencia, haciendo más difícil recuperarse de los desafíos y sanar.
La autoconversación negativa suele ir de la mano del autosabotaje. Las personas que se creen su autoconversión suelen tener más facilidad para vivirla. Si esa autoconversación es negativa, pueden ser más propensas a sabotear inconscientemente cualquier intento que pudieran hacer hacia el cambio.
Falta de confianza en sí mismo
Las personas que se ven a sí mismas como víctimas pueden tener problemas de confianza en sí mismas y de autoestima. Esto puede empeorar los sentimientos de victimización.
Pueden pensar cosas como: «No soy lo suficientemente inteligente para conseguir un mejor trabajo» o «No tengo el talento suficiente para tener éxito». Esta perspectiva puede hacer que no intenten desarrollar sus habilidades o identificar nuevas fortalezas y capacidades que podrían ayudarles a alcanzar sus objetivos.
Los que sí intentan trabajar para conseguir lo que quieren y fracasan pueden verse a sí mismos como víctimas de las circunstancias una vez más. La lente negativa con la que se ven a sí mismos puede hacer que sea difícil ver cualquier otra posibilidad.
Frustración, ira y resentimiento
Una mentalidad de víctima puede hacer mella en el bienestar emocional.
Las personas con esta mentalidad pueden sentir:
Estas emociones pueden pesar mucho en las personas que creen que siempre serán víctimas, construyéndose y supurando cuando no se abordan. Con el tiempo, estos sentimientos podrían contribuir a:
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