«Corte Pera», «Corte Marquesa», «Corte Princesa» (Zales)-la progresión de hendidura, corte y forma de un diamante ha sido desarrollada y refinada con tecnologías mejoradas desde el primer pulido de las facetas de un diamante durante la Edad Media. Antes de esa época, los diamantes sólo se utilizaban en su estado octaédrico natural debido a la dificultad de su corte. Entonces, ¿por qué los diamantes son tan difíciles de cortar?
La dificultad para cortar un diamante proviene de su composición y estructura molecular. Un diamante es una forma pura, o casi pura, extremadamente dura de carbono que ha cristalizado naturalmente en el sistema isométrico. Los átomos de carbono se apilan en un marco tridimensional rígido y se forman bajo alta presión y calor intenso. Esto da como resultado una sustancia extremadamente dura, un diez en la escala de Mohs de dureza de los minerales.
La dureza del diamante impide la escisión arbitraria; en cambio, la forma de una talla de diamante está relacionada con la forma natural de la piedra en bruto. Los diamantes se presentan de forma natural en una variedad de formas, desde cristales casi impecables hasta bultos oscuros y nodulares. Cada una de estas formas es valiosa, ya sea como gemas o como gravilla para moler y cortar.
Utilizar estas piedras imperfectas como gravilla para cortar desmiente la teoría principal: sólo un diamante puede realmente cortar otro diamante. Los diamantes se cortan con herramientas especializadas que utilizan cuchillas de bronce fosforoso con punta de diamante o de acero con polvo de diamante. Estas herramientas se utilizan para explotar la debilidad estructural del diamante mediante el acanalado y el golpeo a lo largo de planos tetraédricos específicos. Los discos de hierro fundido cargados de polvo de diamante giran alrededor de la talla en bruto, puliendo las facetas y creando su forma brillante y simétrica.
La talla de un diamante es la que más influye en la belleza percibida del mismo, ya que el ángulo de sus facetas está directamente relacionado con su capacidad para refractar la luz, lo que se conoce como «rendimiento lumínico» o brillo. Por ello, cada empresa de joyería ha desarrollado equipos de alta tecnología para analizar sus compuestos, los ángulos de las facetas y el índice de brillo para atraer a los consumidores. Eslóganes como el de Zales «Cuatro C’s -color, claridad, talla, quilates» comienzan a iluminar al consumidor, otorgando un análisis científico a este moderno símbolo del amor.
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