Síntomas y diagnóstico de la anafilaxia
Si bien la dificultad para respirar y tragar, así como la opresión en el pecho son signos comunes y reconocibles de la anafilaxia, hay varios otros síntomas que pueden indicar una reacción anafiláctica. Estos incluyen: tos, diarrea, ansiedad, enrojecimiento de la piel, dificultad para hablar, hinchazón de la cara, sibilancias, pérdida de conocimiento, náuseas, vómitos, urticaria, congestión nasal y dolor abdominal.
Algunos fármacos pueden causar síntomas similares a los experimentados durante la anafilaxia. Entre estos fármacos se encuentran la aspirina, la morfina y el tinte para rayos X. Cuando las personas sufren síntomas similares a los de la anafilaxia en respuesta a estos fármacos, no están soportando una reacción inmunitaria como la que se produce en respuesta a un alérgeno.
Hay dos características principales de la anafilaxia: una es la dificultad respiratoria, que puede producirse como resultado del asma o de la inflamación laríngea, y la otra es la hipotensión, que puede presentarse como pérdida de conciencia, colapso o desmayo. La anafilaxia que se produce sin hipotensión suele indicar el uso inmediato de epinefrina por vía intramuscular. Sin embargo, la epinefrina que se presenta con hipotensión es mejor tratarla por vía intravenosa.
La anafilaxia se diagnostica normalmente basándose en la observación de características clínicas consistentes con los síntomas descritos anteriormente. Sin embargo, también existen dos biomarcadores que pueden analizarse en el laboratorio: el nivel de histamina y el nivel de triptasa. Sin embargo, estas pruebas no pueden realizarse rápidamente y no siempre están disponibles. Además, las pruebas de los niveles de histamina y triptasa no son específicas de la anafilaxia, ya que estos niveles pueden aumentar también debido a otras condiciones. Por lo tanto, lo más frecuente es que los médicos y los pacientes reconozcan el inicio de la anafilaxia sin necesidad de realizar pruebas biológicas.
Tratamiento de la anafilaxia: El poder de la epinefrina
La epinefrina, también conocida como adrenalina, ayuda a revertir la anafilaxia mediante la estimulación de diferentes adrenorreceptores. Por ejemplo, la epinefrina estimula los adrenoreceptores a y, por tanto, aumenta la resistencia de la vasculatura periférica. Cuando la resistencia de esta vasculatura aumenta, la presión arterial mejora y la hinchazón se reduce. Cuando la epinefrina estimula los adrenorreceptores b2, se produce una broncodilatación y la hinchazón se reduce aún más.
Los betabloqueantes reducen los efectos de la adrenalina y, por tanto, pueden empeorar la anafilaxia. También pueden limitar la capacidad de la epinefrina para revertir una reacción anafiláctica. Otras limitaciones en el tratamiento de la anafilaxia se derivan, por desgracia, de la administración inadecuada de epinefrina. A menudo, la epinefrina no se administra con la rapidez suficiente para obtener el máximo beneficio, lo que puede deberse a la falta de disponibilidad de la epinefrina (a menudo debido a que nunca se surte una receta o no se lleva físicamente un EpiPen) o a la falta de reconocimiento de los síntomas anafilácticos. Los pacientes también informan con frecuencia de que están demasiado asustados para autoadministrarse epinefrina con un EpiPen.
Saber cuándo y cómo utilizar el EpiPen para una administración segura y precisa de epinefrina es fundamental durante una reacción anafiláctica. Se ha criticado mucho la atención de los profesionales sanitarios a los pacientes con riesgo de anafilaxia. Es especialmente preocupante que los profesionales médicos tiendan a no formar adecuadamente a los pacientes sobre cómo utilizar un EpiPen en caso de que lo necesiten. Además, tanto los profesionales médicos como los pacientes tienden a desconocer los detalles de la dosificación de la epinefrina, que también es fundamental para revertir la anafilaxia con éxito y seguridad. Una formación más adecuada en este sentido podría mejorar significativamente el uso correcto de los EpiPens, salvando así más vidas.
Aunque puede ser fundamental utilizar la epinefrina en respuesta a la anafilaxia, las dosis demasiado pequeñas o demasiado grandes pueden ser en sí mismas una amenaza para la vida. Cuando la epinefrina se administra por vía intramuscular, como ocurre con los EpiPens, la dosis adecuada para adultos es de 0,3 a 0,5 mL para una solución de 1:1000. La sobredosis es especialmente arriesgada cuando la epinefrina se administra por vía intravenosa. Las personas más vulnerables a los efectos adversos de la sobredosis de epinefrina son los ancianos y las personas con enfermedades cardiovasculares o hipertensión. No obstante, los beneficios de utilizar epinefrina ante una anafilaxia parecen superar con creces los riesgos de no utilizarla, incluso en los pacientes de mayor riesgo.
Otras consideraciones
Las mujeres sufren anafilaxia con más frecuencia que los hombres. Las personas que sufren anafilaxia por la exposición a ciertos antígenos están ciertamente en riesgo de futuras reacciones anafilácticas, pero la gravedad de sus reacciones no es predictiva de la gravedad de las reacciones futuras. Una de las razones es que la dosis de alérgeno puede influir en la gravedad de la reacción, y conocer la dosis a la que uno estuvo expuesto puede ser difícil. Sin embargo, a largo plazo, se ha informado de que la frecuencia y la gravedad de los episodios anafilácticos disminuyen. No obstante, como la anafilaxia es una afección grave y potencialmente mortal que no siempre puede revertirse, es importante que los pacientes adquieran información sobre sus alergias, comprendan sus riesgos de desarrollar anafilaxia y eviten los alérgenos que podrían contribuir a dicha reacción.
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