Hoy en día, si eres un líder de cualquier tipo, no puedes simplemente ordenar a la gente y esperar que hagan lo que quieres. Puede que sigan tus indicaciones, si estás observando, pero una vez que se quedan solos volverán a hacer lo que creen que es importante.
Los líderes de hoy, más que nunca, tienen que ganarse la cooperación de la gente. Y hay dos formas principales de hacerlo: la motivación y la inspiración. Aunque las dos palabras se utilizan a menudo indistintamente, en realidad significan cosas muy diferentes, dependiendo de lo que se quiera conseguir.
La motivación consiste en mover a las personas para que actúen de forma que consigan un objetivo específico e inmediato. Cuando se motiva a las personas para que hagan algo que no necesariamente quieren hacer, hay que ofrecerles algo que quieran a cambio.
Cuando los entrenadores dan a sus equipos una charla de ánimo durante el descanso, están utilizando la motivación. Quieren que sus jugadores vuelvan al campo o a la cancha con energía y concentración renovadas, aunque estén demasiado cansados o desanimados para intentarlo. ¿Su recompensa? La victoria.
Aquí tienes 4 pasos para motivar a tu gente:
Dile a la gente exactamente lo que quieres que hagan.
La motivación consiste en conseguir que la gente pase a la acción, así que no seas vago. Evita generalidades como: «Quiero que todos den lo mejor de sí». Diga, en cambio, «Necesito que vengas el fin de semana para que podamos terminar este proyecto a tiempo»
Limite la cantidad de tiempo o esfuerzo que está pidiendo.
Es más fácil pedir a la gente que trabaje hasta tarde una noche o incluso todas las noches durante una semana que esperar que trabajen hasta tarde indefinidamente. Establezca una fecha de finalización.
Comparta el sacrificio.
Los líderes no piden a la gente que haga lo que ellos mismos no están dispuestos a hacer. No le digas a tu gente que trabaje el fin de semana si tú tienes planes para un día de spa. Arremánguese y comparta la carga.
Apele a sus emociones.
El miedo centra la atención de la gente y puede ser un motivador eficaz. («Si no hacemos esto ahora mismo, todos perderemos nuestro trabajo»). Pero si sigue recurriendo al miedo, acabará desmotivando a la gente. Las personas también están motivadas -y prefieren estarlo- por emociones positivas como el entusiasmo, el orgullo, el sentido de pertenencia y la emoción del logro.
Da a las personas múltiples razones para hacer lo que quieres que hagan.
Puedes dar tu propia razón o la razón de la organización para solicitar la acción. «Si no terminamos este proyecto en el plazo previsto, perderemos el contrato». Pero la mejor razón de todas es siempre la personal. Sería bueno que pudieras dar a tu gente días libres extra o incluso una bonificación. O puede hablar de algo tan intangible como la camaradería que supone haber conseguido algo importante juntos. Pero tal y como están las cosas hoy en día, lo mejor que puede ofrecer es la esperanza de que nadie pierda su trabajo.
La inspiración, por otro lado, implica cambiar la forma en que las personas piensan y sienten sobre sí mismas para que quieran realizar acciones positivas. Se trata de aprovechar los valores y deseos de las personas.
Los oradores de graduación -los mejores, al menos- inspiran a su público. Hablan de los retos a los que se enfrentarán los graduados, ya sea personal o colectivamente, y de las posibilidades de marcar la diferencia. La inspiración apela a las mejores aspiraciones de las personas, y su mensaje subyacente, a menudo tácito, es: «Podéis llegar a ser lo que queráis». No se promete ninguna recompensa, salvo la que viene de dentro: la sensación de satisfacción personal.
Como líder, cada vez que hable de valores, de identidad (ya sea la identidad corporativa o la de cada persona) y de objetivos a largo plazo, su intención -lo sepa o no- es inspirar.
Usa estos 5 pasos para inspirar a tu gente:
Sé el cambio que quieres inspirar.
Tu reputación, tu carácter, tu comportamiento inspirarán a la gente más que cualquier otra cosa. La única forma de llamar a lo mejor de los demás es esperar lo mejor de ti mismo.
Cuenta una historia.
Las historias no le dicen a la gente lo que tiene que hacer. Atraen la imaginación y las emociones de la gente. Muestran a las personas lo que son capaces de llegar a ser o de hacer.
Apela al sistema de valores de las personas.
Pídeles que actúen de forma coherente con los valores que ellos mismos profesan.
Confía en las personas.
Cuando estás inspirando a las personas, no les estás diciendo exactamente lo que tienen que hacer ni les estás dando instrucciones precisas. Les das la posibilidad de dar lo mejor de sí mismos, confiando en que entonces harán lo correcto. Y lo correcto que hagan puede que no sea lo que usted esperaba; puede que sea algo que supere sus expectativas más descabelladas.
Desafíelos.
La gente no se inspira haciendo lo normal o cumpliendo las expectativas. Se inspiran por el esfuerzo, la creatividad y el sacrificio necesarios para superar lo que ellos mismos creían posible.
La motivación y la inspiración no son competencia exclusiva de los oradores y predicadores profesionales. Son herramientas que los líderes utilizan todo el tiempo -en conversaciones individuales, en reuniones y en presentaciones formales- para sacar lo mejor de su gente. Sólo es cuestión de saber el momento y la situación adecuados.
Cuando hay un objetivo inmediato, a corto plazo y específico que quieres que tu gente alcance, necesitas motivarles. Cuando se quiere dar forma a la identidad de las personas y a sus aspiraciones y compromisos a largo plazo, hay que inspirarlas.
Antoine de Saint-Exupéry, el aviador francés y autor de «El Principito», escribió: «Si quieres construir un barco, no hagas que los hombres recojan madera, dividan el trabajo y den órdenes. En cambio, enséñales a anhelar el vasto e interminable mar». A veces hay que hacer ambas cosas. Tienes que reclutar y organizar a la gente para que haga una tarea específica -construir un barco según las especificaciones, a tiempo y dentro del presupuesto- y a veces tienes que activar los deseos de la gente y hacerte a un lado. Quién sabe, puede que le sorprenda lo que hacen.
Sobre el autor:
Como coach de discursos ejecutivos con más de 25 años de experiencia profesional, Chris Witt es autor del libro recién publicado, «Real Leaders Don’t Do PowerPoint», y fundador de Witt Communications. Ayuda a los directores generales a conseguir la aprobación del consejo de administración y el apoyo de toda la empresa a sus iniciativas. Chris también ayuda a los directivos recién ascendidos y a los empresarios a hacer crecer sus negocios mediante el poder de la oratoria y las presentaciones eficaces. Además, trabaja con expertos técnicos para simplificar sus presentaciones y conseguir contratos multimillonarios. Para más información, llame al 619-295-8411 o visite www.wittcom.com.
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