La desnutrición crónica se debe a las deficiencias de yodo, ácido fólico, vitamina A y otros micronutrientes que los habitantes de los países prósperos suelen consumir en sus dietas normales.
La carencia de yodo es la principal causa prevenible de discapacidad intelectual y del desarrollo en el mundo. La falta de ácido fólico puede causar anemia, y la escasez de vitamina A es la principal causa de ceguera evitable en los niños. Una mala nutrición en los primeros mil días de vida de un niño puede frenar su crecimiento, una condición asociada a una capacidad cognitiva imparcial y a un menor rendimiento escolar y laboral. Casi la mitad de las muertes de menores de cinco años en el mundo se deben a la desnutrición.
Todas estas consecuencias devastadoras se pueden prevenir con intervenciones sencillas y rentables como el enriquecimiento de los alimentos.
De hecho, el Banco Mundial afirma que «probablemente ninguna otra tecnología disponible en la actualidad ofrece una oportunidad tan grande de mejorar vidas y acelerar el desarrollo a un coste tan bajo y en tan poco tiempo» como el enriquecimiento con micronutrientes.
Nuestras organizaciones benéficas recomendadas contra el hambre combaten las desigualdades en el suministro y la distribución de alimentos, así como las estructuras subyacentes que conducen a una nutrición inadecuada. Las iniciativas de estas organizaciones, innovadoras y respaldadas por la investigación, llevan cultivos mejorados, comidas nutritivas y nutrientes vitales a millones de las familias más necesitadas del mundo.
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